La fe y las ganas de un nuevo curso

Siempre pensé, como muchas otras personas, que el año nuevo empieza en septiembre, cuando todos volvemos a la rutina. Esa rutina que algunos afortunados tienen la suerte de añorar en los períodos largos de vacaciones, y otros que no la añoran tanto, pero saben que hay que arrancar de nuevo, y prefieren las vacaciones, por supuesto, pero no están mal en el trabajo.

Sin embargo, se me olvida a veces pensar en quienes ni siquiera tienen esos días de desconexión para pensar y volver con más fuerza a su puesto de trabajo. Porque no todas las personas parten desde el mismo lugar cuando arranca el nuevo curso. Para muchas, septiembre no es sinónimo de vuelta a la normalidad, sino la continuación de una lucha diaria por encontrar un empleo digno. Y cuando acaban el día sin fuerzas, caen en la cuenta de que la lucha se reduce a mantener el que tienen, aunque sea precario, porque las fuerzas no dan para más.

¿Trabajar para vivir, o vivir para trabajar? El trabajo no solo debe ser un medio con el que ganarse la vida. Es, o debería ser, el camino hacia la inclusión, la estabilidad, y la dignidad.

Desde Cáritas Salamanca, lo vemos cada día. Personas que quieren trabajar, que tienen capacidades y que están dispuestas a esforzarse, pero a quienes no se les ofrece una oportunidad digna. Vemos trabajos inseguros, mal pagados, que condenan casi de por vida a quienes los aceptan. Los mismos que desean que alguien les saque de ahí lo antes posible, porque ellos solos no pueden. Son personas que encadenan contratos de días o semanas, y que incluso combinan a la vez con otros dos empleos más porque cada día que pasa tienen la misma duda: pagar el alquiler del mes o llenar la nevera el lunes.

El martes 7 de octubre, Cáritas Salamanca, junto a lasdemás entidades de Iglesia que forman parte de la iniciativa 'Iglesia por el Trabajo Decente' (CONFER, HOAC, Pastoral Obrera, CEDIS, Justicia y Paz y Juventud Estudiante Católica), se unieron a millones de personas en todo el mundo para celebrar la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, llevando de cara el lema “El derecho al trabajo decente es irrenunciable, nunca un privilegio”. Los actos comenzaron a las 19:30 horas en la parroquia de Jesús Obrero, en el barrio de Pizarrales, con la celebración de uns eucaristía presidida por nuestro obispo, Mons. José Luis Retana. Y tras la misa, se realizó un gesto público de compromiso: una marcha hasta el Monumento al Obrero, donder se leyó el manifiesto de este año.

El trabajo no debería ser una carrera de resistencia, sino un espacio donde toda persona pueda desarrollarse con dignidad. Este 7 de octubre nos recuerda que el trabajo decente no es un privilegio, sino un derecho que construye comunidad, justicia y esperanza. Porque solo cuando cada persona pueda vivir de su trabajo con seguridad y respeto, podremos decir que avanzamos hacia una sociedad verdaderamente humana.

Clara Ravelo, voluntaria de Cáritas Salamanca