La Glorieta, una incubadora de afición

Más allá de los triunfos o no triunfos en los tres primeros festejos de la feria taurina en Salamanca, lo que ha quedado demostrado es que la afición está muy viva. Sorprende la cantidad de niños y jóvenes que cada tarde acuden a La Glorieta desde bien temprano para coger un buen sitio en las vallas que perimetran el acceso de los toreros al patio de cuadrillas.

Preparados con sus minicapotes, las fotografías de sus ídolos y, por supuesto, con los Taurocromos. Esta colección ha roto moldes y es raro ver un joven aficionado sin sus cromos en la mano para que los toreros, e incluso los banderilleros y picadores, plasmen su autógrafo en la estampa que cuidadosamente sostienen entre sus pequeñas manos.

Mientras que llega la hora de que los tres espadas actuantes hagan su 'mágica' aparición en el coso taurino, los hay que toman clases de equitación exprés a cargo del alguacilillo de La Glorieta, Carlos Hernández.

No sabemos cuales serán los consejos e instrucciones a seguir, pero a la vista está que 'el método Charly' (como él mismo lo denomina) da su fruto en muy poco tiempo. La imagen habla por sí sola.

También los hay que prefieren poner sus sones a las faenas de los toreros con sus instrumentos. A eso de las 17:20 desembarcan desde un autobús una buena legión de jóvenes músicos que auguran un gran futuro para la formación musical. Los veteranos siempre al quite para que ninguno desafine.

El 'outfit' y los complementos también son muy cuidados por los jóvenes aficionados, que no olvidan sus almohadillas en casa. Además, la mayoría de ellos acuden con tiempo a la plaza de toros, que ya van aprendiendo desde pequeños que las prisas en el toreo no son buenas.

Cuando las puertas de la furgoneta se abren y aparecen los toreros, la locura comienza a apoderarse de los más pequeños en la entrada a la plaza de toros. Todos destapan sus rotuladores para dárselos a sus ídolos y que firmen, como buenamente pueden entre los nervios y empujones, las fotos, capotes, cromos, revistas y todo lo que los aficionados les presentan delante.

Los hay más afortunados y tienen tiempo hasta de hacerse una fotografía con su torero favorito. Siempre con la debida educación y respeto. ¿Viendo estas caras de ilusión alguien todavía duda que los toreros son los nuevos ídolos de todos estos niños y niñas?

Cuando el festejo da comienzo, todos están perfectamente ubicados en sus respectivas localidades para disfrutar de una tarde de toros. En la andanada del tendido 1 llama la atención la alegría e ilusión con la que viven los más pequeños cada una de las faenas en el 'Palco infantil'. Además, de la mano de los monitores encargados van aprendiendo la liturgia del toreo: durante la faena no se oye un ruido pero cuando hay que tocar palmas, decir olé o pedir las orejas, son los primeros en hacerlo. ¡Y qué desparpajo tienen para mover los pañuelos blancos!

Antes de poner rumbo a casa, y con los tendidos vaciándose lentamente después de ver la salida en hombros por la Puerta Grande de los triunfadores, los hay que se lanzan al ruedo a pegar sus primeros lances en un ruedo que posiblemente algún día lleguen a pisar vestidos de luces. ¿De verdad alguien cree que alguno de estos niños será un violento, un sádico o un maltratador? Yo lo dudo.