Entretenido encierro a caballo con final embrollado en las fiestas de Fuentes de Oñoro

La jornada festiva en Fuentes de Oñoro vivió ayer uno de sus momentos más intensos. Tras la solemne mañana dedicada a los actos religiosos en honor a Nuestra Señora de la Asunción, patrona del municipio, la localidad fronteriza se volcó con las actividades taurinas, que reunieron a centenares de aficionados procedentes tanto de la comarca como del vecino Portugal.

Bajo un sol inclemente y temperaturas sofocantes incluso a la sombra, se celebró un vistoso encierro a caballo con vaquillas que, pese al retraso de más de media hora sobre lo previsto, mantuvo la expectación intacta. La demora, al fin y al cabo, se vio compensada por el espectáculo: la manada, que se fue dividiendo en pequeños grupos a lo largo del recorrido, obligó a los caballistas a desplegar toda su destreza y temple para conducir a los animales bravos hasta la plaza.

El tramo final, a la altura de la ribera del "Berrocal", deparó instantes de inquietud: dos caballos, desbocados y sin jinete, hicieron temer una caída de mayores consecuencias. Por fortuna, todo quedó en algún traspié sin gravedad, asumido como parte de los gajes del oficio.

Ya en las inmediaciones de la plaza, las vaquillas y los bueyes dieron un brusco giro, provocando un embrollo en la zona del regato. La nube de polvo, unida al ir y venir de corredores a pie y caballistas en direcciones opuestas, generó minutos de confusión y nerviosismo. Sin embargo, al tratarse de vaquillas, el riesgo se redujo a golpes y sustos que pronto se transformaron en anécdotas para contar.

Una vez encerradas las reses en los chiqueros de la plaza de tientas, dio comienzo la tradicional capea, en la que mozos oñorenses y forasteros hicieron gala de valentía y afición. El público, fiel y entusiasta pese al calor abrasador y al fuerte olor a humo procedente de los incendios en El Payo y en el distrito de Guarda en tierra portuguesa, siguió con atención cada lance.

La jornada se cerró con una animada cena popular, regada con sangría, que sirvió como momento de confraternización entre vecinos y visitantes. La música de la orquesta SMS puso el broche festivo a una noche que, por fin, ofreció un respiro térmico tras un día marcado por el rigor del sol.