La diaria inquietud producida ante las decisiones y medidas coercitivas del Presidente Trump contra numerosos países

El pasado viernes, por la tarde, la pantalla de mi móvil me mostró, sin yo querer encontrar nada especial, como es lo habitual, una noticia que solo leerla, me dejó entre inseguro ( podría ser de nuevo un bulo de algún irresponsable) y aterrorizado; la noticia afirmaba que el Presidente Trump había dado la orden de enviar dos submarinos nucleares a dos zonas cercanas a Rusia; la explicación, según la noticia era el enfrentamiento verbal entre el expresidente ruso Dmitri Medvédev y el propio Trump; Medvédev, actual vicepresidente del Consejo de Seguridad Nacional de Moscú, le había respondido al norteamericano que “cada nuevo ultimátum” ( en la subida de aranceles exigido) era un paso más hacia la guerra ( se entendía, entre EEUU y Rusia). Y Trump le había respondido por su parte que, por si las palabras de Medvédev eran más que palabras, había dado la orden de aproximación de los dos submarinos nucleares.

Como después de leída la noticia faltaba menos de media hora para el Telediario de la 1, decidí esperar las noticias supuestamente más fiables de la 1 para salir de dudas sobre la gravedad del asunto.

¡Pero cuál fue mi gran sorpresa cuando la terrible noticia no aparecía ni en los titulares del día; directamente no se la nombraba. Ya bien avanzado el telediario, cuando retomaron la situación de los aranceles comerciales, variada y grave, para bastantes países, entre ellos Europa, con ese 15% aplicado a muchos productos, de repente, como una noticia sin demasiada importancia, el presentador se refirió a la decisión del Presidente de EEUU de los dos submarinos nucleares enviados cerca de territorio ruso.

Ante esta discrepancia tan llamativa entre una noticia que contenía unos hechos de suma gravedad para las dos superpotencias y graves por el riesgo, para el resto del planeta, como a un ciudadano normal y corriente, me vinieron dos hipótesis que, supongo tenían la finalidad de tranquilizarme un poco: la primera no me tranquilizó nada; pensé que si las agencias internacionales y las televisiones nacionales, como la nuestra, habían decidido no darle importancia a esos hechos, era justamente para no alarmar a la población, que en esos días estaba planificando y saliendo hacia su lugar de vacaciones; quizás, pensé, era la más sabia actitud política ante un acontecimiento que tensaba peligrosamente el ya tensísimo estado internacional.

La segunda hipótesis que diseñé, me tranquilizó mucho más; concluí que lo que estaba ocurriendo es que los mandatarios y expertos en política internacional en general y con el conocimiento de los modos sin brújula que tenía y tiene después de medio año de ejercer la Presidencia, Donald Trump, todos entendían que el asunto de los dos submarinos nucleares era un farol más de sus erráticas políticas; como si el lema más válido ante cualquier decisión del presidente norteamericano era NO ASUSTARSE.

Y así, me quedé tranquilo, al menos lo suficiente como para no imaginar que estábamos, a nivel planetario, en el principio del fin.