La campa fronteriza acoge este fin de semana la tercera edición del certamen musical, con marcado acento ibérico y catorce actuaciones que tienden puentes entre España y Portugal.
La frontera entre Fuentes de Oñoro (España) y Vilar Formoso (Portugal) se convierte este fin de semana en escenario del III Festival ECOA, una cita con la música pop que refuerza los lazos culturales entre ambos países. En su tercera edición, el evento apuesta por una programación eminentemente ibérica, con catorce actuaciones entre el sábado y el domingo.
El recinto, situado junto a las piscinas municipales de Fuentes de Oñoro, ofrece una amplia explanada con capacidad para unas 2.000 personas, habilitada con zonas VIP, barras, área de acampada y estacionamiento. Un espacio pensado para vivir la música al aire libre, con comodidad y espíritu de convivencia.
La jornada inaugural, celebrada el sábado, arrancó con MARLENA, el dúo formado por Ana Legazpi y Carolina Moyano, considerado uno de los referentes del pop español actual. A continuación, se sucedieron las actuaciones de The Covers, Sanguijuelas del Guadiana, 3 Loucos e 1 São, Tribal 99 y varios DJs invitados.
El intenso calor registrado durante la tarde –con temperaturas en torno a los 36 ºC– condicionó el flujo inicial de asistentes, que fueron llegando de forma escalonada. Sin embargo, la bajada brusca del mercurio por la noche, que alcanzó los 17 ºC hacia las tres de la madrugada, no impidió que el ambiente se mantuviera animado y constante durante toda la velada.
A pesar de la notable competencia de otros festejos populares en la comarca –como el Corpus Christi en el Campo Charro, San Juan en El Rebollar o celebraciones en municipios vecinos del lado portugués– el festival logró mantener una afluencia sostenida, con presencia continua de público.
Este domingo 21 de junio, la música continúa con la actuación del artista luso David Bruno, seguido por Lafama, Vera Nunes, The Cibeis, Ciclo Preparatorio y nuevos DJs invitados que pondrán el broche final a esta fiesta musical transfronteriza que, una vez más, demuestra que la cultura no entiende de límites ni mapas.