En el corazón de Castelo Branco hay un rincón verde que combina simbolismo religioso y natural
Adentrarse en el Jardín do Paço Episcopal de Castelo Branco es traspasar un umbral hacia un edén barroco, un universo donde la piedra tallada dialoga con el agua y el perfume de las flores, el Jardín de las Delicias de un antiguo obispo.
Este singular espacio formaba parte originalmente de la finca que circundaba el Palacio Episcopal. Alrededor de 1720 fue mandado construir por el obispo D. João de Mendonça, con clara influencia del estilo de jardín italiano, tal vez porque éste venía de pasar tres años en Roma.
Su finalidad era transformar un paseo entre sus diferentes espacios en una experiencia tan estética como espiritual.
El jardín invita a un recorrido por cuatro áreas diferenciadas y conectadas: la entrada, el patio del boj, el jardín alagado y el evocador piso superior.
El Patio del Boj, de planta rectangular, es el núcleo del jardín. Se organiza en 24 cuarterones delimitados por setos de boj, un laberinto verde que alberga cinco lagos con surtidores, una sutil alusión a las cinco llagas de Cristo.
Pero son sus estatuas las que capturan nuestra atención, conformando un auténtico compendio del mundo conocido y espiritual. Aquí se despliega el ciclo completo del Zodíaco, la representación de los cuatro continentes que en aquel momento se conocían (Europa, América, África y Asia) y las cuatro estaciones del año.
Rodeando el lago central, se encuentran las tres virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad) y las cuatro virtudes cardenales (Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza), junto a la virtud moral de la Honestidad.
Y en los vértices, como guardianes del destino, se alzan las alegorías de la Muerte, el Juicio, el Infierno y el Paraíso, los destinos finales del ser humano.
Contiguo al rellano principal, en el lado sur, se halla el Jardín Alagado. Sus canteros de forma trapezoidal parecen emerger del interior del lago.
Uniendo ambos espacios está el Lago de las Coronas, dominado por tres esbeltos surtidores, que añaden frescura al conjunto.
Especialmente llamativa resulta la escalera monumental con una serie de bustos de los reyes portugueses. Están representadas las cuatro dinastías que reinaron en el país, desde el primer rey de Portugal, Afonso Henriques, hasta D. José I.
Un detalle que no pasa desapercibido al visitante atento es que las figuras de los monarcas que gobernaron durante el dominio español (1580-1640), los que en Portugal llaman “los Filipes” (Felipe II y Felipe III), son deliberadamente más pequeñas que el resto, un sutil pero contundente mensaje político.
En el lado opuesto, hacia el oeste, otra escalera monumental exhibe las figuras de los apóstoles, completando la rica iconografía religiosa del jardín.
Una última escalera de granito conduce al piso superior, una alegoría del agua y su poder purificador. La figura de Moisés, sobre una cascada, vierte agua al tanque central.
Todo el jardín pretende simbolizar la unión entre el Cielo y la Tierra y el papel del ser humano como nexo entre lo material y lo espiritual.
Desde los inicios del siglo XX este espacio es propiedad de la cámara municipal de Castelo Branco y tiene la consideración de parque municipal con categoría de Monumento Nacional. Tiene la entrada por la Rúa Bartolomeu da Costa.
El antiguo edificio del Palacio Episcopal alberga actualmente el Museo Francisco Tavares Proença Júnior, que exhibe colecciones de arqueología, arte sacro o textiles, en particular, los genuinos bordados de Castelo Branco, marca identificativa de la ciudad.
El Jardim do Paço Episcopal es un bonito espacio que visitar en la ciudad portuguesa de Castelo Branco, situada a poco más de 100 km al sur de la frontera, especialmente placentero en primavera, cuando las flores ornamentales, las aromáticas, los naranjos y limoneros estallan en color y perfume, bajo unas temperaturas aún agradables.