La Pasión Viviente de Serradilla del Arroyo estrena su condición de Fiesta de Interés Turístico Regional
La lluvia hizo acto de presencia, pero no fue obstáculo para disfrutar de una espléndida representación
> Fotos: Rafael Marcos
Como ocurre desde el año 1983 (salvo en los años de la pandemia), Serradilla del Arroyo se llenó en la mañana del Viernes Santo de emoción con su representación de la Pasión Viviente, de la que se encarga en la actualidad la Asociación Cultural La Cumbre. La de este año no ha sido una Pasión Viviente más, ya que era la primera desde que el evento fue declarado –el pasado mes de febrero- Fiesta de interés Turístico Regional por parte de la Junta de Castilla y León, en reconocimiento a su historia y trascendencia.
A la representación de la mañana del Viernes se ha llegado tras intensas semanas de preparación, acelerada en los últimos días con varios ensayos una vez estaban por la localidad todos los participantes, incluido el joven madrileño que se ha metido por tercer año consecutivo en el papel de Jesucristo, Héctor Marcos Rodríguez (sus padres compraron hace una década una casa en Serradilla del Arroyo sin tener vinculación previa con la localidad).
Junto a él, un amplísimo número de vecinos de todas las edades de Serradilla –hubo alrededor de un centenar de implicados de forma directa, incluido el párroco, Efraín Peinado-, comandados por la Asociación La Cumbre, se volcaron con la escenificación de los últimos días de la vida de Cristo, que siguió los parámetros habituales, en una mañana con el cielo nublado en la que llegó a caer algo de agua en varios momentos.
La representación arrancó con la recreación de la entrada de Jesucristo en Jerusalén, en dirección al entorno de la Iglesia, que un año más albergó señalados momentos como la Última Cena, la Oración en el Huerto de los Olivos, el Prendimiento o la comparecencia ante Pilatos.
Tras ello, comenzó la parte más especial, el emblemático y duro Vía Crucis, que incluyó las caídas de Jesucristo y su encuentro con la Virgen. El Vía Crucis concluyó en el denominado Teso Santo, donde se produjo la crucifixión –y posterior descendimiento- de Jesucristo y los dos ladrones, con el público congregado en la parte inferior.
