La primavera de los intensos

A los intensos este año les cae tarde la Semana Santa y tienen tanta gana de vacaciones que empiezan a hacer cosas extrañas como morderse las ansias, empujar más aún al vecino, destrozar los correctores de cinta y practicar el arte del papel mojado lanzado con saña hacia la pared del baño. Necesitan salir a triscar urgentemente, los intensos, y por eso arañan las mesas con las garritas, o rumian las páginas sin acabar los ejercicios. Calman los nervios arreando, más allá de lo deportivo, la espinilla del contrario cuando juegan al fútbol pese a la lluvia y en la clase de música, le piden a la profesora que suba el volumen cuando suena un allegro. Son molto vivace estos días, los intensos.

Al ansia de torrija propia de una Cuaresma que ha caído tarde, se une el hecho de que los intensos ya han recibido las notas y una de dos, o se sumen en el desánimo asesino contra el sistema, o se sienten ya liberados de toda obligación. Estas dos semanas anteriores a las vacaciones son un auténtico dislate y aprovechamos, los pastoreadores de intensos, para programar viajes, excursiones, salidas y todo tipo de actividades lúdico festivas y contentar así a la prole. Claro que como no les podemos tener todo el tiempo de paseo, regresan aun peor, arrastrando los pies y enfurruñados, deseando que toque el timbre de salida para abalanzarse sobre sus teléfonos móviles y abandonar el edificio a toda prisa, como si fuera a caérseles encima. Y como les queremos tanto y tenemos tal gana de que se entretengan, a un compañero maravilloso se le ha ocurrido celebrar un partido entre alumnos y profesores y ahí tienen, entre las huestes futboleras de los intensos, una cola de voluntarios para enrolarse en la feroz contienda, porque les pueden las ganas de meterle un patadón al director o darle un arreón al de biología que es muy majo, pero pone unos exámenes demasiado largos. Y todo mientras alguno de mis colegas, desde a otra orilla, desea aprovechar la coyuntura para marcarle un par de goles a algún contestatario y jefatura de estudios se inhibe del derecho a ejercer de árbitro.

Entretener a los intensos es una tarea digna de titanes. No vale con hacer crèpes como situación de aprendizaje ni ponerles a dibujar escenitas del Quijote. Los intensos necesitan emociones fuertes como ir a visitar una biblioteca o acudir a una Olimpiada de Matemáticas. Mucho predicamento ha tenido la visita con el de religión, que es un santo, a un convento de clausura que no sé si tendrá como resultado alguna vocación. Lo que sí sé es que iniciado el trayecto, bajo la lluvia, iban tan felices, los intensos. Los vi salir, exultantes de gozo por dejar el edificio, el pupitre y la pizarra digital. Es que en el fondo, se ponga la administración con la reforma y el códice TIC como se ponga, lo que quieren los intensos es irse de vacaciones y dejarse de vainas, y que caiga antes la Semana Santa. Son así de primarios, los intensos, por cierto ¿Aprenderán en esta salida extraescolar lo que es el voto de silencio?

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.