La comunidad educativa se reunió para guardar un respetuoso minuto de silencio y Alberto Galán le ha dedicado unas palabras de recuerdo
La Comunidad Educativa del Colegio Misioneras de la Providencia-Santa Teresa de Ciudad Rodrigo se dio cita en la mañana del lunes en su sede de la Avenida Conde de Foxá para recordar al joven Álvaro Pérez Ortega, que fue alumno del centro desde Educación Infantil hasta Secundaria.
Los alumnos y profesores de todos los niveles, así como miembros de otros sectores de la Comunidad Educativa, se juntaron en el patio para guardar un respetuoso minuto de silencio, recordándose durante el acto el “recuerdo imborrable” que Álvaro Pérez Ortega deja en el Colegio, donde “siempre estará en nuestro corazón” (en redes sociales habían resaltado durante el fin de semana su “bondad, compañerismo y alegría”).
Con este acto de “recogimiento, unidad y oración”, Misioneras-Santa Teresa quiere transmitir su cariño y apoyo a la familia y seres queridos de Álvaro Pérez Ortega, pidiendo “por su eterno descanso y por la fortaleza de quienes sienten hoy su ausencia”. Uno de los docentes de Secundaria del Colegio, Alberto Galán, ha escrito unas palabras de recuerdo que reproducimos íntegras a continuación:
Ningún docente está preparado para despedir a un alumno ni tampoco encuentra palabras en el diccionario para expresar semejante dolor.
El timbre no volverá a sonar igual jamás; los pupitres tienen un tacto frío; los libros y los cuadernos son papel sin nombre; el patio se ha convertido en cemento duro y provoca una gran soledad.
Así dejas estas cuatro paredes, Álvaro; vacías, sin brillo y con un montón de palabras por decirte, porque a los buenos alumnos hay que agradecerle el aprendizaje.
Espero que allá donde estés sigas viendo a tu Sevilla coronándose y a tu III Columnas creciendo de la mano de todos aquellos a los que enseñante.
Aquí, en el Cole, seguiremos hablando de ti y de todo lo bueno que hiciste.
Gracias por dejarnos ser testigos de tu evolución y crecimiento.
Cuida mucho desde ahí arriba a tus papás, lo van a necesitar. Que sigan orgullosos del legado que aquí has dejado y de toda la gente que te aprecia.
Hasta siempre, Álvaro, amigo, alumno y compañero.
Alberto Galán