De perfil

Un exquisito perfil asomado a una ventana. En casa de mi amiga, hay un retrato en el alfeizar soleado del invierno mesetario: el retrato de una mujer joven absolutamente exquisita asomada, precisamente, a esa misma ventana. Tiene el escorzo cuidadoso de una frente abombada infantil o de pintura flamenca, la nariz breve y la boca entreabierta iniciando la vida que se expande más allá donde la luz todo lo llena. Es un retrato del instante decisivo, una detenida forma de la belleza en la que el cabello, tan fino y casi inexistente, se recoge detrás de las orejas infantiles de la mujer joven, de la modelo perfecta, de la muchacha de perfil que se asoma al futuro de una vida que espera.

Hay momentos así, llenos de magia y de gracia plena. Momentos que logramos detener con el pincel del pintor o la fotografía de quien ama la secuencia difuminada de la vida. La vida que pasa y que nos surca de arrugas y sin embargo, en los ojos hermosos se guarda aquella magia del perfil casi renacentista. Qué belleza en lo que se detiene en el tiempo de invierno soleado, en la sutil transparencia de la primavera, en el decadente ocre del otoño dorado… es la luz con su cualidad de miel, con su certeza de belleza, con su don de gravedad serena…

Ahí en la detenida senda de los días, la fotografía permanece en el alfeizar de la ventana, posada con la elegancia alada de un pájaro que vuela. Es ella con su aire juvenil, con su bendita estela. Y sigue mirando hacia afuera, feliz de estar dentro, en la calidez del sitio que es el suyo, el nido que anida, el hueco que complementa. Y sigue ese perfil haciendo todo un escorzo de la pura belleza. Para que la pinte el pintor, para que la recorra el fotógrafo que sabe hallar, en el instante, el momento decisivo que tanto nos alimenta. Porque somos, en esta vida que nada detiene, aquellos que recorremos los estantes de la memoria, las alacenas de los recuerdos, lo que guarda la pura sutileza… y se obra el milagro de lo bello. Es el perfil perfecto de la mirada quieta.

Charo Alonso

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.