La tarde con más obras pasa de la solemnidad de ‘Bodas de Sangre’ a la fiesta de los Titiriteros de Binéfar

La Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo vivió durante la tarde del miércoles las horas más intensas de su 27ª edición, al sucederse hasta 8 representaciones desde las 17.30 horas hasta las 21.00 horas, pertenecientes a 6 montajes diferentes. El que tuvo más de una función, en concreto hasta 3, fue El conserje, la propuesta con la cual el Palacio de Los Águila se ha recuperado como espacio escénico (este jueves acogerá otro montaje diferente).

Por otro lado, durante esta franja de tarde se pudo disfrutar del 2º pase del día de dos montajes que ya se habían ofrecido por la mañana: en la Sala Tierra se representó de nuevo Natalia, propuesta de teatro de objetos de la compañía salmantina La Chana Teatro; y en el Espacio en Rosa (el Edificio Educativo Municipal), de la mano de Teatro Silfo, se volvieron a repasar las historias de tres criaturas capaces de grandes hazañas: Cornelio, Nadarín y Federico.

Por lo tanto, fueron 3 las propuestas de esta franja de tarde que tuvieron un único pase. La primera de ellas, en el Teatro Nuevo Fernando Arrabal (que se llenó) estuvo repleta de solemnidad: Bodas de Sangre. En esta ocasión, fue la compañía zaragozana Teatro del Temple la que puso en escena este clásico de Federico García Lorca inspirado en un suceso real acaecido en la Almería de 1928, en el que se entremezclan el amor, el sufrimiento, la venganza, el miedo y el odio.

Con Bodas de Sangre todavía en marcha, se pasó a un ambiente totalmente festivo en la Plazuela de Herrasti de la mano de los Titiriteros de Binéfar, quiénes en esta ocasión han acudido a la Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo (ya participaron en 2014 y 2018) con el montaje El abrazo, invitando precisamente a todos los congregados a darse un abrazo con los más cercanos antes de comenzar la función.

A partir de ahí, se desató la fiesta, con varias canciones, historias y juegos en los que el público pudo ir participando, empleando una notable variedad de instrumentos, así como títeres, que hicieron las delicias especialmente de los más pequeños, aunque los adultos también se lo pasaron en grande. En su conjunto, este montaje quiere bucear en el folclore, para acabar por montar lo que denominan una Mojiganga.

El bloque de tarde se cerró en el Espacio Afecir, con una compañía casi fija en los últimos años en la Feria, Nao D’Amores, que junto a la Compañía Nacional de Teatro Clásico presentaron El castillo de Lindabridis, una obra de Calderón de la Barca que se considera que fue estrenada como ‘fiesta cortesana’ en el año 1661 (aunque se inspira en un montaje de Diego Ortúñez de Calahorra publicado un siglo antes).

Con un ambiente caballeresco, la obra plantea un juego palaciego de aires carnavaleros, pasando por varias épocas: el Barroco, el Medievo, el Renacimiento, y en esta versión de la obra, también la contemporaneidad. Varios espectadores tuvieron la oportunidad de seguir el montaje desde el propio escenario.