Martes, 24 de diciembre de 2024
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San Isidro bendice los campos mirobrigenses desde la Glorieta del Árbol Gordo
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CIUDAD RODRIGO | SAN ISIDRO

San Isidro bendice los campos mirobrigenses desde la Glorieta del Árbol Gordo

Actualizado 15/05/2024 15:44

Ejercieron como mayordomos José Abacuc Torrens y Miguel Ángel Flores

Tres días después de recorrer las calles del Arrabal del Puente (en la mañana del domingo), San Isidro Labrador retornó en la mañana del miércoles a las calles de Ciudad Rodrigo, en este caso a las del barrio de San Andrés, cuya parroquia siempre festeja al patrón de los campos en la misma jornada en la que aparece en el calendario litúrgico.

Como principal peculiaridad de la celebración de San Isidro en San Andrés, los actos festivos de la mañana del miércoles comenzaron con la procesión de la imagen, que recuperó su ruta clásica, después de que las obras de la Avenida de España provocasen el año pasado algunos cambios en el trayecto. Así, San Isidro cogió las calles San Antón, Canal, la Plaza de Herradores y la Avenida de España para alcanzar la Glorieta del Árbol Gordo, escoltado por los mayordomos de este año, José Abacuc Torrens y Miguel Ángel Flores.

En la Glorieta del Árbol Gordo tuvo lugar la habitual bendición de los campos mirobrigenses por parte del párroco, Tomás Muñoz Porras, quién estuvo acompañado por el diácono Daniel Mielgo. Tras ellos desfilaron el alcalde de Ciudad Rodrigo Marcos Iglesias, los ediles Ramón Sastre, José Manuel Jerez, Belén Barco, Víctor Gómez y Paola Martín Muñoz; la alcaldesa de Fuentes de Oñoro, Laura Vicente; y representantes tanto de la Policía Local como de la Guardia Civil.

Finalizada la bendición, San Isidro puso rumbo a su Parroquia por la calle Santa Clara, en una comitiva controlada por la Policía Local y encabezada por el estandarte del patrón de los campos y un tamborilero. Hay que apuntar que durante esta procesión llegó a caer alguna gota, dentro de la inestable meteorología de estos días, todo lo opuesto a lo vivido el año pasado, cuando incluso se le pidió a San Isidro que lloviese ante la sequía reinante. De vuelta al templo, se ofició una solemne eucaristía.