El evento estuvo organizado por el colectivo Vida en la Raya en la que participaron una docena de productores y un gran número de personas que no perdieron la ocasión de probar de forma exclusiva el vino de la su zona
Segundo año que la localidad de Villar de Ciervo vivió una Noche de Vino y Rosas por iniciativa del colectivo Vida en la Raya (integrado por personas que quieren impulsar la vida en los pueblos salmantinos y portugueses del entorno fronterizo), con la colaboración del Ayuntamiento del municipio, la Universidad Politécnica de Madrid y 16 empresas de la zona.
A la cita asistieron cerca del medio millar de aficionados al vino con el fin de descubrir los caldos elaborados por la zona del Campo de Arganán, ya limítrofes con Las Arribes del Duero y Portugal, que llenaron la carpa de 200 m2 que la Universidad Politécnica de Madrid puso a disposición de la Asociación para celebrar el evento.
En su interior, una docena de pequeños vinicultores que no comercializan su producto daban a probar sus caldos que con gran entusiasmo elaboran para consumo propio; Todos ellos acompañados por productos típicos de la zona, muchos también de elaboración propia.
Productores de Aldea del Obispo, La Bouza, Puerto Seguro, Villar de Ciervo y Villar de la Yegua que siguen elaborando el vino al modo tradicional y familiar, siendo de este modo una forma de “poner en valor” este importante cultivo, “y animar a todos a no dejar perder las viñas que aún quedan y a recuperar aquellas que todavía sea posible”, según apunta Vicenta Álvarez, presidenta de la Asociación Vida en la Raya que se mostró satisfecha por la gran acogida del público.
Este año el enólogo Carlos Capilla Director Técnico del Consejo Regulador Denominación de origen Arribes, ha dado unas nociones de poda y elaboración a los vinicultores con el fin de introducirles un poco más en este apasionante mundo.
La velada estuvo amenizada por el grupo mirobrigense En3Jazz. Al terminar tuvo lugar el sorteo de una fuente de agua decorativa fabricada en cerámica valorado en 400 euros que se pudo llevar el agraciado con el número de entrada.
El resto del público pudo llevar el recuerdo de una copa de cristal grabada y una rosa además de un buen sabor de boca al poder catar en exclusiva los vinos de la zona.