Mariano Martín Martín ofrece una composición en torno al período que se está celebrando estos días
¡Oh!, Dios, eterno poderoso
rey de todos los universos,
tuyos son los tiempos y los mundos
las vidas y las muertes,
cuanto existe y no existe
Tú, Padre y Madre,
apiádate de tus hijos
que son de tu seno, esencia y sangre.
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A bien tuviste sembrar tu semilla en la tierra
y un hermoso lugar elegiste,
cuyo nombre en ti mismo encierra
esa joya que ofreciste,
convertida en piedra
y redimiste.
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Eres amor y eres odio
risa y llanto,
polvo a veces y a veces flor
y una estrella en su esplendor,
convertida en piedra
bella, radiante y de un inigualable resplandor.
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Aunque no me nombres, sé que me conoces
pues tú pusiste en mi corazón,
esa semana con que reconoces
la misión, la vida y la pasión,
con que el arte exhibe a voces
pleno de dignidad y pasión.
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Me postraré ante ti, ante tu historia y temor
cargaré con tu cruz, con tu espina y dolor,
vestiré mi razón de oscuridad y de luz
y ante el agua fría y el fuego en ardor,
dejaré mi rastro tras un corredor
de los colores presentes tras su trasluz.
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Te llamo Ciudad Rodrigo y vivo contigo estos días
sin principio y sin fin te bendigo,
me santiguo con las melodías
que hacen que vibre contigo,
y tu nombre me da garantías
al saber que caminas conmigo.
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A ti te proclamo
Ciudad...Semana Santa,
quién, te creó y bautizó
qué, te mira y se encanta,
y te confirmó,
en arte puro, elegante, distinguida y alta,
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Por cada paso que pasa yo doy un paso
y tus reliquias traspasan,
con una atención muy despacio
las calles, tejados, que abrazan,
ese entorno abierto y cerrado
que se miran, se besan y casan.
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Ciudad Rodrigo
vives tu Santa Semana a golpe de reloj y campana,
luna y sol gozosos
y una entrega que ensalza,
y reza con fervor glorioso
a esa imagen que danza,
en espíritu, a saber, maravillosos
cada ángel al que alcanza.
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Sin estar, estoy ahí
Ciudad Rodrigo mi amor,
viviendo lo que ya vivió
Ese....que entre la Tierra y el Cielo descansa.