Numerosas familias y grupos de amigos se acercaron hasta la Plazuela del Buen Alcalde a buscar su bocadillo
Ciudad Rodrigo tuvo a la hora de comer del viernes una de sus citas solidarias más relevantes de cada año (sino la que más): la Operación Bocata que promueve la Delegación Diocesana de Manos Unidas con el objetivo de recaudar fondos para contribuir a los proyectos que apoya la entidad en los denominados ‘países del Sur’, en esta ocasión, con el foco puesto en los que combaten el cambio climático, que genera problemas de alimentación, agua potable o salud.
La Operación Bocata tuvo como escenario la Plazuela del Buen Alcalde, hasta donde se fueron acercando en varias tandas (por ejemplo coincidiendo con la salida de los colegios y los institutos) alrededor de un millar de personas, en busca de los bocadillos que se habían estado preparando desde primera hora de la mañana en las dependencias de la antigua Guardería Mi Otra Casa, cedidas por el Obispado de Ciudad Rodrigo.
Allí, alrededor de una veintena de personas, casi todas ellas mujeres, estuvieron preparando prácticamente 1.000 bocadillos de chorizo, salchichón, lomo (que fueron demandadísimos), queso, sardinas, salami o mortadela, gracias a las donaciones de tres panaderías mirobrigenses, de empresas de embutidos de Ciudad Rodrigo y comarca, así como de comercio de diversa índole y también de particulares.
Tras unas breves palabras del consiliario de Manos Unidas, Ángel Martín Carballo, en torno al significado de la jornada y su lema de este año (‘El Efecto ser humano’), comenzó con total puntualidad, a las 14.00 horas, el reparto de los bocadillos (junto a una botella de agua) a todas las personas que ya estaban haciendo cola con el ticket correspondiente, entre ellos unos cuantos jóvenes del IES Tierra de Ciudad Rodrigo que habían subido en grupo hasta la Plazuela del Buen Alcalde, o un gran grupo de usuarios de Asprodes.
Poco a poco se fueron acercando numerosas familias con niños pequeños recién salidos de los colegios, miembros de la Corporación Municipal, o trabajadores y sacerdotes de la Diócesis encabezados por el Vicario General, José María Rodríguez-Veleiro. Pese a que la jornada estaba bastante desapacible en Ciudad Rodrigo, con viento y frío, la mayoría de los que recogieron su bocadillo se quedaron a comerlo en la propia Plazuela, aún adornada con banderines carnavaleros.