Los dos ejemplares protagonistas de la capea nocturna destacaron por sus arrancadas, especialmente al salir de los toriles
Con un fantástico ambiente antes, durante e incluso después, y con una temperatura muy agradable para esta época del año el coso taurino de la Plaza Mayor de Ciudad Rodrigo albergó en la noche del Lunes, ya pasados unos minutos de la medianoche, la segunda y última capea nocturna del Carnaval 2024, protagonizada por dos astados de una ganadería habitual en los últimos años, Los Bayones, que en esta ocasión sobresalieron por su velocidad sobre la arena mirobrigense.
En lo que respecta al primer toro, ofreció fortísimas arrancadas, lo que propició un ramillete de pequeños sustos, como a un recortador que llegó apurado a las tablas o a otro que se le quedó enganchada la chaqueta que llevaba en los manos en los cuernos del astado. Con este primer toro de la velada actuaron bastante los recortadores, intentándolo posteriormente algunos maletillas, que se toparon con el ‘público de la noche’, que es más reacio a los maletillas. Como remate de su gran imagen, el toro entró rápidamente en toriles.
En lo que se refiere al segundo astado, salió incluso más veloz que el primero de los toriles, teniendo tiempo para interactuar con él varios recortadores en los primeros minutos, aunque a la postre quienes más disfrutaron del mismo fueron varios maletillas (con la Plaza quejándose menos). En este caso, a este astado le costó bastante más entrar en toriles (lo hizo tras una arrancada espontánea). Ambos toros salieron una segunda vez a la Plaza, dando menos frutos.
El primero todavía arrancó fuerte, permitiendo algo de lucimiento a los recortadores (especialmente a dos que se animaron a saltarlo), pero pronto mostró signos de cansancio. Por su parte, la segunda estancia en la Plaza del segundo fue casi testimonial, mostrándose ya muy calmado, y sin hacer nadie intención de interactuar con él, salvo un par de recortadores (hubo uno que hizo un recorte muy ajustado). Salvo los sustos mencionados (que dejaron a un recortador sin zapatilla y a un espectador sin una espuma –quizás de un abrigo-), la noche fue limpia.