Cómo se manifiestan en la actualidad los problemas de salud mental

La única afirmación segura que ha trascendido a la opinión pública sobre la situación de la salud mental en nuestra población es que a partir del Covid19 han aumentado significativamente los problemas de salud mental.

¿Por qué la experiencia de la pandemia del 2020 que todos sufrimos ha sido tan decisiva para agravar los problemas mentales de la población? La respuesta en síntesis es que la pandemia fue una experiencia traumática significativa para todos, niños, jóvenes y adultos. La angustia ante lo desconocido, las numerosas experiencias de duelo por muertes de seres queridos y la pérdida de la seguridad en un futuro que pudiera repetir otra experiencia similar, son tres factores que han creado esta actual psicopatología.

Describiremos someramente cómo afectó la experiencia de la pandemia en cada etapa evolutiva: en la infancia, en la adolescencia y en la etapa adulta, para que las familias tengan unos mínimos criterios de reconocimiento ante la aparición de un problema de salud mental.

Si en todas las etapas de la vida lo que sucede en el entorno inmediato del sujeto repercute en su estado emocional, en la infancia, la niña/o es más influenciable a los acontecimientos que ocurren dentro del marco de su inmediatez. Ocurre en los niños justo lo contrario al viejo prejuicio de “a esa edad los niños no se enteran de nada”: en los niños/as a lo traumático de un acontecimiento familiar, por ejemplo la enfermedad o la muerte de un ser querido, se le suman siempre los estados emocionales de los adultos que le rodean. Si en el ejemplo de una muerte o enfermedad de un ser querido, como uno de los abuelos, el padre, la madre, algún hermano reacciona con algún estado depresivo reactivo a esta pérdida, el niño también estará influido por ese miembros de la familia que manifiesta un sufrimiento más allá de los límites de “lo normal”. La infancia es la etapa más delicada para enfrentarse a cualquier trauma emocional en el seno de la familia. Los síntomas más frecuentes en la infancia son: hiperactividad, cambios continuos de humor, terrores nocturnos, bajo rendimiento escolar, inhibición social, etc.

Los adolescentes experimentaron en el tiempo de la pandemia la presencia de la muerte en familiares o conocidos, la enfermedad, la temporal desvinculación de sus compañeros y amigos y esos hechos crearon intensos sentimientos de inseguridad, estados depresivos si fueron acompañados de pérdida de algún ser querido, desinterés por las relaciones sociales. En los casos más graves, el surgimiento de ideas de suicidio y de acciones suicidas se ha incrementado con mucha frecuencia.

En los adultos, finalmente, los cuadros preexistentes se intensificaron durante el Covid: neurosis, trastornos de la personalidad, psicosis, sufrieron un empeoramiento, en general, ante el aislamiento forzado que la pandemia exigía.

Entre los especialistas se habla de una nueva melancolía en la población general surgida a raíz de las vivencias ante la inseguridad y el temor a la muerte. Posiblemente este incremento en muchos puntos del planeta de conflictos bélicos tenga también relación con este incremento de la desconfianza frente al otro y la desviación de los impulsos autodestructivos hacia la agresión externa.

Como en otros acontecimientos, el mecanismo de negación de la existencia de más malestar psíquico actual solo sirve para disminuir la atención a los que prioritariamente más la necesitan, los niños y los adolescentes.