En los 10 años transcurridos no se ha llegado a subsanar el brutal ataque sufrido por el monolito situado en El Picón
Hace unas semanas se ha cumplido una década del brutal ataque sufrido por el monolito situado en la isla de El Picón de Ciudad Rodrigo en recuerdo del ilustre mirobrigense José María del Arco Ortiz ‘Pesetos’, sin que durante estos diez años transcurridos se haya llegado a subsanar, con lo cual se acumula una década de ‘homenaje corrompido’, después de que el homenaje original durase apenas tres meses.
Hay que recordar que José María del Arco Ortiz ‘Pesetos’, impulsor del Museo del Orinal que se encuentra situado en las dependencias del Seminario Diocesano, falleció víctima de un infarto en el año 2011 mientras se encontraba realizando el Camino de Santiago. Dos años después, el Ayuntamiento decidió hacerle un homenaje para reconocer su gran tarea “en la promoción turística de Ciudad Rodrigo, de su historia, monumentalidad y tradiciones”.
Ese homenaje consistió en la colocación a principios de agosto de 2013 de una gran piedra de granito (en reconocimiento a su forma de ser ‘extremadamente fuerte’) traída de San Felices de los Gallegos en la isla de El Picón (junto a la presa de la Pesquera), donde cada verano se llevaba a cabo una alubiada de la que Pesetos era uno de los promotores. Dentro de esa piedra se insertó una placa con la leyenda ‘Ciudad Rodrigo recuerda a José María del Arco Ortiz ‘Pesetos’ con este testimonio de agradecimiento por su dedicación y esfuerzo en difundir los valores de la tierra’.
Sin embargo, este reconocimiento no fue aceptado de buen grado por todo el mundo, y días después de su instalación, el nombre de José María del Arco de la placa fue tapado con cinta de carrocero, en la que se escribió el nombre de otra persona que se consideraba que había hecho más por el entorno del río (Poleo). Todavía dentro del mismo mes de agosto, la piedra amaneció un día con varias pintadas con spray rojo con el nombre de Poleo, que fueron borradas un par de días después por el Ayuntamiento.
Tras ello, a principios del mes de noviembre, el monolito sufrió un ataque vandálico mucho más grave, al ser bañado con pintura de color marrón, que tapó por completo la placa, y por ende su mensaje. Unas semanas después, en torno a finales de diciembre, alguien se encargó de raspar lo máximo posible la pintura de la placa, quedando así la leyenda que luce parcialmente visible.
Desde esta limpieza ‘espontánea’ han transcurrido 10 largos años, pero el brutal ataque vandálico sufrido no se ha llegado a subsanar al completo, permaneciendo la placa a día de hoy en el mismo estado que entonces, siendo así difícil para los nuevos en el lugar llegar a leer lo que en ella pone.