La turba conservadora sigue fiel a su rencor (y II)

Los políticos de PP y VOX saben perfectamente que no tienen un programa político alternativo que pueda echarle un pulso a las políticas económicas y sociales llevadas a cabo en los últimos años por los gobiernos progresistas de Pedro Sánchez. Para intentar contrarrestar los éxitos económicos conseguidos en la pasada legislatura: aprobación de la reforma laboral, descenso significativo del paro –y dentro de él del paro juvenil-, incremento adecuado de los sueldos de los funcionarios y pensionistas y del salario mínimo interprofesional, Feijóo ha mentido como un bellaco durante la campaña electoral y después, y lo ha hecho con una sangre fría increíble. Resulta sarcástico que en el debate de su fallida investidura dijera que iba a incrementar el SMI más de lo que lo ha hecho este gobierno, cuando el PP siempre votó en contra de las subidas o que iba a mantener el poder adquisitivo de las pensiones, cuando su partido ha votado en contra de todos los incrementos habidos durante esa legislatura; e incluso en las que gobernó M. Rajoy no se respetó el mantenimiento del poder adquisitivo de las mismas. Tuvo que ser una periodista, en campaña electoral, Silvia Intxaurrondo, quién corrigió a Feijóo la burda mentira proclamada por éste al defender que gobernando M. Rajoy se incrementaron las pensiones conforme al incremento de los precios.

A este respecto, y a pesar de los presagios catastrofistas de Feijóo y su séquito -aunque interiormente saben que España está avanzando en derechos individuales y sociales, disminuyendo las bolsas de pobreza e impulsando las políticas públicas de sanidad, educación y servicios sociales-, recientemente el Fondo Monetario Internacional ha vaticinado que España será la economía de la zona Euro que más crezca en 2023 y en 2024. En 2023, el crecimiento del PIB será de un 2,5 % -el triple de la media de los países del Euro, que será del 0,7%- y en 2024, aunque descenderá ese crecimiento, 1,7%, también será superior al del resto de esos países.

En consecuencia, Pedro Sánchez tiene que afrontar su posible investidura como presidente del gobierno para los próximos cuatro años con entereza y orgulloso de que la situación social y económica haya ido infinitamente mejor que con los gobiernos conservadores. Tiene que llevar la cabeza bien alta porque con los precedentes que ha tenido en su primer mandato (la mayor crisis sanitaria de los últimos 100 años, la guerra de Ucrania que ha incrementado escandalosamente los precios de carburantes y productos de primera necesidad, el problema catalán, que heredó de las nefastas políticas de los gobiernos del PP y una oposición destructiva que no ha ayudado absolutamente nada ni ha contribuido en las políticas de progreso y bienestar de los ciudadanos) ha acumulado un crurriculum y un prestigio que muchos presidentes anteriores quisieran atesorar y, aunque la derecha “carcundia” no lo reconozca, toda la opinión publica internacional, comenzando por los líderes políticos y siguiendo por los económicos, alaba la capacidad, inteligencia y visión política de Pedro Sánchez. La actuación de la derecha se ha convertido en un “macarrismo político” sin precedentes en la historia reciente. Esperemos que gran parte de la sociedad española que la derecha política atrabiliaria y becerril está llevando al precipicio, reaccione e impere el sentido común, la sensatez y la cordura. No es de recibo que Ayuso, Feijóo, Abascal y todos sus secuaces estén agitando la calle como lo están haciendo. Espero que no tengan que arrepentirse de que algún descerebrado, llevado por el sentimiento de rabia y de ira, cometa algún acto gravísimo contra la ciudadanía y las instituciones democráticas. Ya lo decía Tomás y Valiente en relación a los que en su día alentaban a ETA en sus acciones criminales “cuidado con las palabras, porque preparan el camino de las balas y las bombas”.

Tampoco es menos cierto que el éxito no es sólo del presidente Sánchez, sino del gobierno de coalición y de las minorías parlamentarias que lo sustentan, sobre todo las territoriales, que han contribuido a que las políticas sociales se hayan podido impulsar. Y lo repito, a pesar de los palos en las ruedas, de los insultos y descalificaciones, de las mentiras y manipulaciones de una derecha retrógrada, vengativa, interesada y partidista, que sólo actúa con el afán de destruir al ejecutivo y así llegar al poder cuanto antes.

Otra de las acusaciones que la derecha y ultra derecha vierten últimamente hacia el presidente del gobierno y el PSOE es que durante la campaña electoral Sánchez decía que no contemplaba la amnistía como solución al problema del procés catalán. Es bueno recordar aquí que Aznar en la campaña electoral de las generales de 1996 criticaba duramente la cesión hecha por el gobierno de Felipe González del 15 % del total recaudado del IRPF a las Comunidades Autónomas y hacía lo mismo con otras concesiones del gobierno socialista hacia Cataluña y País Vasco. Pues bien, debido a la aritmética parlamentaria, después de esas elecciones, Aznar se apoyó en los nacionalismos catalán y vasco para poder gobernar y no sólo no derogó la cesión del 15 % del impuesto, sino que incrementó la cesión hasta el 30 %. Además, durante la misma noche electoral, los votantes del PP gritaban en la calle Génova lo siguiente: “Pujol, enano, habla castellano”. De ahí, se pasó a que Aznar dijera también que hablaba catalán en la intimidad.

Por su parte, en 2011 M. Rajoy prometió en campaña electoral bajar todos los impuestos y lo que hizo después cuando gobernó fue todo lo contrario, subirlos de manera desproporcionada. Y no lo hizo con el IRPF para los más ricos o imponiendo impuestos a la banca o a las grandes fortunas, sino incrementando impuestos indirectos, como el IVA, que gravan el consumo y lo mismo lo pagan los que tienen más recursos que los que tienen menos.