Benjamín Esteban: ejemplo de resistencia al frente de la artesanía en mimbre, gran bandera de Villoruela

Es uno de esos oficios cuyo nombre simplemente, es sinónimo de historia y mucho más que una profesión. Es dedicación y lucha artesana, grandes protagonistas en generaciones de vecinos de Villoruela, quienes se lanzaron a la conquista mundial desde sus pequeños talleres, con algo tan revolucionario como natural: la mimbre.

Los artesanos de la mimbre supusieron una época muy dorada en la localidad, la comarca y todo el entorno, ya que, de aquellos primeros artífices de muebles y decoración con este producto, desarrollándolos en pequeños locales de trabajo, vieron como aquello se convertía en algo muy grande, que hoy supone una de las grandes banderas y símbolo de identidad de Villoruela.

Ejemplo de esto lo encontramos en Benjamín Esteban González y María Soledad López Salinas, un matrimonio que ha dedicado su vida a la mimbre desde hace casi 34 años, sacando adelante con esfuerzo y vocación su empresa familiar, hoy referente, como es Artesanías Esteban, gran base de operaciones en la que realizan todo tipo de mobiliario y decoración realizado en este natural producto.

Tal y como explica Benjamín, “arrancamos los dos elaborando todo tipo de productos con la mimbre, pero hoy es ella la que se encuentra al frente del negocio, aunque yo sigo siempre ahí a pesar de dedicarme más a la agricultura”.

Una producción y un producto, que ha vivido una gran transformación con el avance de los tiempos, necesitando su adaptación a los nuevos gustos de la sociedad, algo que, aseguran “no nos ha supuesto un gran problema. Hemos tenido capacidad de ir adaptando lo que hacemos a lo que quiere la gente y los nuevos gustos”. Un asentamiento en base a la evolución de la sociedad del que afirma “nos ha llevado a tenernos que especializar prácticamente en todas las piezas…antes podíamos hacer muchas menos y dentro de un catálogo más limitado. Ahora hacemos estanterías, baúles, mesas, sillas, mobiliario para hostelería ect”.

Una situación que, lejos de haberse quedado anclada en el pasado, sigue adelante y tratando de mantener unos precios competitivos. “A pesar del cambio de tendencias, de que a la gente joven parece no llamarles la atención este tipo de muebles en mimbre seguimos teniendo demanda y sujetando los precios…no queremos que se pueda convertir en algo prohibitivo” subraya Benjamín.

Y así, en pleno siglo XXI continúan elaborando en Villoruela aquello que les solicitan clientes, que llegan desde la misma comarca, la provincia, o pedidos desde puntos tan lejanos como Francia, Alemania o Portugal, y siempre con la sencillez que tienen sus herramientas. “Desde hace más de 30 años trabajamos siempre de la misma forma, utilizando solo grapadoras, martillo, punzones, tijeras y una sierra. Respetamos siempre el proceso de tratamiento de este producto, que es sin duda todo un lujo que siguen demandando por su comodidad, además de ser natural y ecológico” afirma, mientras que, al preguntarle por el futuro de la profesión, no es capaz de ofrecer una respuesta clara. “dentro de una década veremos…los que estamos en ello ya somos mayores y los jóvenes no dan relevo hoy por hoy…no veo claro su posible continuidad”.