¡Cuidado con los deditos!

La ciencia avanza y los medios se superan. Aún recuerdo aquellas instalaciones eléctricas rudimentarias, con cables a la vista, empalmes forrados con cinta aislante, enchufes clavados a la pared y, conexiones sin protección. Hablo por propia experiencia. Por desconocimiento y, sobre todo, por curiosidad, los niños éramos propensos a “estudiar” aquellos inventos hasta sus últimas consecuencias, llegando a sufrir más de un calambrazo. Es cierto que, después de la descarga eléctrica, perdíamos repentinamente el deseo de aprender más y mirábamos aquellas cosas sólo a distancia. Para evitarlo, ahora se colocan unas tapitas en los enchufes. Pues bien, a pesar de todos esos cuidados, hay niños ¡y mayores! que vuelven a las andadas y meten los dedos. Se ve que, para algunos, la curiosidad y la ignorancia de la infancia perduran hasta la madurez.

En esta sociedad también existen estudiosos dispuestos a llevar a cabo experimentos para ser los primeros en descubrir la pólvora. Desde que el hombre primitivo fue capaz de evolucionar observando la naturaleza, sólo los ignorantes y los iluminados deciden saltarse esa norma. Nacemos sin ideas claras, pero con valores innatos. Los padres aman y cuidan a sus hijos y estos adoran a los suyos y buscan su protección; la ley natural nos indica la diferencia entre el bien y el mal, entre la verdad y la mentira; y la experiencia nos enseña que, después de toda equivocación, lo correcto es rectificar y lo inconveniente es reincidir en el error.

Tras el debate cara a cara del pasado día 10 entre Sánchez y Feijóo, los comentarios que se oían en todos los medios de comunicación me recordaban las discusiones entre periodistas deportivos tras un derbi Real Madrid-Barça. Lo de menos es el resultado, lo esencial es caricaturizar el juego del contrario, más aún si ha sido el vencedor. En el tema que nos ocupa, hasta los medios que normalmente apoyan al gobierno han reconocido la clara superioridad de Feijóo.

Hay un proverbio que dice: “La victoria tiene cien padres, la derrota es huérfana”. Pedro Sánchez, el español con mayor ego, no está dispuesto a asumir la derrota. En lugar de tomar medidas contra su equipo de asesores, por el equivocado planteamiento del debate, ha vuelto a convocar a sus voceros para que proclamen la peligrosidad de un aspirante dispuesto a meter a los españoles en el túnel de los horrores. A la vista de las razones que aduce para asegurar que Feijóo fue el perdedor del debate, donde nos ha metido es en el túnel de la risa. Hasta la Junta Electoral Central le ha abierto expediente por incumplir la Ley Electoral durante una comparecencia en Bruselas. Mirará para otro lado y volverá a su mantra.

Ahora resulta que el mentiroso es el líder de la oposición por apuntar datos que, según el gobierno, responden a rumores no contrastados; por pretender sellar coaliciones contra natura valiéndose del apoyo de VOX y no haciéndolo con Bildu o ERC, como mandan los cánones del verdadero progresismo. Poner de manifiesto los errores del gobierno, pedir información sobre la economía o sobre la política exterior, sobre todo cuando se producen virajes de 180º, no es embarrar la situación; simplemente es cumplir con la obligación de la oposición.

A pesar de su entrenamiento para ser en “rey de la escena”, esta vez se encontró con un luchador curtido en esas lides, con más sangre fría que él, y dispuesto a llevarle la contraria sin nadie que se lo impida. No fueron suficientes las ayudas de los moderadores; Sánchez incurrió, una y otra vez, en la interrupción, hasta que su oponente consiguió dejarle en ridículo. Nunca había visto tan fuera de sí y tan sudoroso a nuestro apuesto presidente. A cualquier requerimiento de Feijóo, se iba de excursión a los cerros de Úbeda, cuando no se emperraba en criticar a VOX. Ante las preguntas directas –carta a Marruecos, futuros pactos, supresión de leyes nefastas, etc.- ponía los ojos en blanco, tragaba saliva… y regresaba a Abascal. Come se dice en mi pueblo, el apolíneo Sánchez salió con la albarda en la barriga.

Queda una semana para volver a las urnas. Lo normal sería afirmar que el pescado ya está vendido. Aquí, con Sánchez por medio, tal afirmación es muy aventurada. Hemos visto la tormenta mediática que se ha levantado tras el famoso cara a cara. Era de esperar. Sucede siempre que el derrotado no sabe perder, ni quiere aprenderlo. En esta procesión aún no ha pasado el último fraile. Es cierto que agitan violentamente el incensario (más parece el botafumeiro) pronosticando su triunfo. Pero, ¡ojo!, hay muchos partidos que se pierden en el último segundo. Si le dejan a Tezanos, será capaz de encontrar un penalti, aunque haya que deformar las imágenes del VAR. También Correos parece que está a punto de quedar bloqueado y puede suceder que no todos los votos lleguen a su destino.

Si hacemos caso a las encuestas “fiables”, tras el debate Sánchez-Feijóo, el PP ha aumentado su ventaja sobre el PSOE, aunque todo parece indicar que será difícil que el PP alcance la mayoría absoluta (Tezanos, sin embargo, sí que lo tiene claro). Si la boutade de María Guardiola supuso un respiro para el PSOE y un rasguño para el PP, nada favorece al actual estado de cosas el continuo rifirrafe PP/VOX. No escarmientan con los calambrazos recibidos y vuelven a lanzarse pullas. Pónganse de acuerdo de la una vez, porque son más las cosas que les unen que las que los separan. Es triste el espectáculo que dan los lectores de uno y otro partido, cuando hacen comentarios sobre artículos de opinión y se despellejan como enemigos irreconciliables. Volvemos irremediablemente a la escena goyesca del duelo a garrotazos. Si de verdad quieren cambiar el rumbo de España, déjense de meter los deditos en el enchufe y no tiren por la borda la ocasión que tienen de poner en práctica sus programas.

El PP no ha ganado la guerra, sólo una pequeña batalla. Vox, debe arrimar el hombro sopesando cuáles son sus fuerzas. Siendo necesario su apoyo, también lo es que las encuestas le asignan a VOX menos escaños que en noviembre de 2019. Ojalá se equivoquen, pero hay que cuidar todos los detalles, porque habrá muchos españoles que no acaben de entender qué razones impiden a sus parlamentarios secundar un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas del terrorismo. Lo dicho, menos protagonismo de unos y otros y más dedicación a mejorar España, que falta nos hace.