¿A quién quiere engañar, señor Feijóo?

La imagen que hasta hace poco más de un año tenían la mayoría de los ciudadanos españoles sobre Feijóo –algunos sospechábamos que esa piel de cordero ocultaba la de un lobo con ansias de poder y de dominio caciquil- y que era compatible con la de político moderado, centrado y dialogante, se ha diluido como un azucarillo en una taza de café hirviendo. Su hipocresía, su incoherencia y su cinismo político se ponen de manifiesto cada vez que tiene que esgrimir argumentos sólidos para convencer al electorado.

Por un lado, se cree más digno que nadie cuando manifiesta que no entenderá que gobierne la lista electoral que no haya sido la más votada. Y lo dice totalmente convencido y sin pestañear. La realidad es que la formación política que preside (PP) accedió al poder en 2019 en cientos de ayuntamientos –previos pactos con Ciudadanos y Vox- y Comunidades Autónomas sin ser la lista más votada. Si considera que su dignidad puede ser violada si después del 23J es la lista más votada y aún así no gobierna, ¿Qué dignidad tenían los miembros de su partido cuando arrebataron el poder a las fuerzas progresistas en Madrid (ayuntamiento y comunidad), Andalucía o Castilla y León y que fueron más votadas que las candidaturas del PP? ¿Qué dignidad tiene hoy Feijóo, cuando en la constitución de ayuntamientos y CC.AA. después de las elecciones del 28-M, han arrebatado el poder al PSOE en más de 100 ayuntamientos donde el PP ha pactado con Vox, no siendo la lista más votada o en las regiones de Valencia, Baleares o Extremadura, comunidad en que la lista más votada ha sido la del PSOE de Fernández Vara?

Por otro lado, Feijóo siempre esconde la cabeza debajo del ala cuando le formulan preguntas comprometidas, respondiendo con mentiras o manipulaciones de la realidad. Cuando le preguntan por la favorable evolución del paro en España, en lugar de reconocerlo, manifiesta que España es un país con las tasas más altas de desempleo. El argumento para dejar fuera de juego a Feijóo es fácil de construir. Vamos a ver, si actualmente hay casi un millón y medio de personas más trabajando que en 2018, ¿no es verdad que ha descendido el desempleo? ¿por qué le cuesta tanto a Feijóo reconocer la realidad? Por su parte, ¿por qué Feijóo tiene tan mala baba al afirmar con rotundidad que el PIB español no crece, cuando lo está haciendo 4 veces más que la media de los países de la UE, reconocido por las autoridades económicas independientes no sólo de España, sino también de las instituciones internacionales como el Banco Central Europeo, Eurostat o la OCDE?

Ya, en su día, Feijóo, cuando se aprobaron los Presupuestos Generales del Estado donde se incrementaron las pensiones en más de un 8%, además de los salarios de los funcionarios y del gasto público para políticas sociales –votando, por cierto, siempre en contra el PP- dijo que no eran creíbles porque partían de un crecimientos superior al 2 % del PIB y era falso porque “íbamos a entrar en recesión”, según sus palabras. Pues el crecimiento ha sido superior, incluso a las previsiones del propio gobierno. Además, ¿cómo es posible que afirme que el fuerte incremento del empleo es falso y que los datos están manipulados por el gobierno y, en cambio, Ayuso o el vicepresidente de Castilla y León, digan que los datos de empleo son muy buenos en sus respectivas regiones? Son tan cínicos estos gobernantes del PP que, tanto en Madrid como en Castilla y León, los mandatarios autonómicos –muy próximos a la ideología reaccionaria de Vox y del Trumpismo- se atribuyen que el éxito del empleo es suyo y no del gobierno. ¿A quién creemos con los datos del empleo, a Feijóo o a los gobernantes regionales? Por cierto, señores de Madrid y Castilla y León, les recuerdo que los buenos datos del empleo se deben a la legislación laboral, a la reforma laboral, que no apoyaron, aunque ahora cínicamente digan que es buena reforma. Y, les recuerdo también, que la legislación laboral, conforme a lo establecido en el artículo 149.1.7º, es una competencia exclusiva del Estado. En consecuencia, el éxito del empleo será del gobierno de la nación que fue quién impulsó esa reforma laboral que tanto denostaban PP y Vox.

En tercer lugar, un candidato a presidente de gobierno tiene que poseer no sólo las actitudes para gobernar, sino también las aptitudes que deben exigirse en todos los ámbitos profesionales. Si Feijóo se considera más capacitado que Pedro Sanchez para dirigir un gobierno, ¿por qué rechaza debatir cara a cara con el líder del PSOE? Si, cuando unos opositores se presentan ante un tribunal para que seleccionen al mejor candidato para ser juez, fiscal, inspector de trabajo o de hacienda o catedrático de universidad, se elige siempre al más apto, al que mejores conocimientos posee y al que mejor oratoria tiene, ¿por qué le van a conceder el poder a Feijóo si se sabe que su mediocridad no puede llegar a las cualidades de Pedro Sánchez? Dicho de otra manera e interpelando a los lectores de este breviario, si ustedes tienen un hijo o hija que aspira a la carrera judicial y está mejor preparado que sus contrincantes, no sólo para el ejercicio de la jurisdicción sino también porque conoce y habla a la perfección otros idiomas diferentes a los obligatorios en España, ¿cómo les sentaría que le adjudicaran la plaza a otra persona con una formación, actitud, aptitud y oratoria notablemente inferiores a las de su hijo o hija? Juzguen ustedes mismos.

Para finalizar, todos sabemos que como consecuencia de la infinidad de pactos de gobierno a los que ha llegado el PP con Vox en ayuntamientos y CCAA, se han cancelado conciertos, obras de teatro y otras actividades culturales en muchos lugares, porque la temática –según PP y Vox- atenta contra “la moral y las buenas costumbres de una sociedad ultra conservadora y ultra católica” que quieren seguir defendiendo, a pesar de la diversidad existente en la sociedad española. Esto es un ataque frontal contra la libertad de expresión y los derechos de colectivos como el LGTBI o de grupos sociales o nacionales que piensan de otra manera. Es genocidio cultural. Me resulta hiriente que en Briviesca (Burgos) el nuevo alcalde, del PP, haya cancelado la representación de una obra de teatro sobre un maestro republicano fusilado en el verano del 36 por los golpistas del bando franquista que derrocaron por la fuerza el orden constitucional y democrático.

Creo que los que nos sentimos plenamente demócratas y progresistas, los que respetamos los postulados del Estado Social y Democrático de Derecho y los ideales de libertad, igualdad, pluralismo, justicia social, solidaridad y tolerancia, los que consideramos que deben respetarse escrupulosamente los derechos humanos de todos, sin excepción, los que somos partidarios de que las políticas de sanidad, educación, servicios sociales, dependencia, vivienda digna y pensiones adecuadas, se implementen de manera universal para todos, los que defendemos un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad, es decir, que paguemos impuestos porque son necesarios para el mantenimiento del Estado del Bienestar, pero que contribuyan más los que más tienen –muchos de ellos, a pesar de llevar la bandera española en la solapa y sentirse muy patrióticos, montan empresas fantasma para evadir impuestos y llevan su dinero a paraísos fiscales, algunos, incluso, “predican honestidad por las ondas”, vergonzoso-; todos nosotros, insisto, tenemos el deber de hacer pedagogía social e impedir –con las armas de la razón del sistema democrático en las urnas- que la derecha troglodita, la reaccionaria y ultramontana del PP y de Vox, consiga el poder en España. Unámonos al manifiesto que un amplio grupo de intelectuales y artistas van a firmar contra la censura que están imponiendo PP y Vox, una censura tóxica y antidemocrática.