Así están las cosas...

Sea lo que sea vamos viendo que quiénes nos gobiernan van encadenando supuestamente meteduras de pata una tras otra más grande que la anterior. El ciudadano de a pie cada día esta más rayado y prefiere no pensar ante una inflación temerosa que empieza a devorarle por el tobillo. Hay un cierto clamor de parte de los que tienen tiempo de pensar contra la nueva selectividad ya que parece que quiere justificar que nuestros jóvenes no saben leer, ni entender, ni argumentar, ni pensar, ni analizar, ni siquiera escribir, y así incapacitarlos para la vida profesional. Los supuestos estudiantes cada vez son más los analfabetos funcionales al acabar la ESO al reducirse considerablemente los contenidos de lengua y literatura que deben dominar. A otros nos da por pensar en los vende humos de los 20.000 euros después de una vida llena de sacrificios en la que no nos han dado más que palos e impuestos para financiar a no se sabe qué ni quién.

Tampoco es motivo para que la ciudadanía proteste de alguna forma contra lo que se le está cayendo encima nos quieren hacer creer que los jueces no saben interpretar la ley, aunque al paso que van las cosas si el que hace las leyes no tiene ni idea el que las tiene que aplicar va camino de los mismos. La violencia y la delincuencia parece que está sirviendo para que perdamos más libertad cada día. De las chupipandis creadoras de los puntos violetas mejor no hablar en lo que han gastado el dinero.

Para suprimir a la ciudadanía se empieza por privarlos de su historia, se destruyen los libros, la cultura y se les inventa otra cultura y otros libros; después los ciudadanos empiezan a olvidar lo que son y lo que fueron. Pasa lo mismo en las familias cuando los padres o los abuelos no transmiten su memoria. Al final no se es nada, pues olvidamos rápido.

En 1970 se afirmaba que sólo quedaban combustibles fósiles para diez años y que tendríamos que respirar con máscaras de gas en las ciudades por la contaminación. Los hippies que no eran tan veganos pero fumaban hierba no cesaban de lanzar soflamas de que se acaba el planeta. Por lo visto no hemos evolucionado aunque parece que somos más tontos pues ahora nos hemos empeñado en electrificarnos a costa del litio y de otros metales raros, que para obtenerlos se deja mayor huella de carbono en el planeta. Por otro lado no tenemos cobertura eléctrica para recargar tanto vehículo ni capacidad para cambiarlos y menos capacidad para reciclar tantos metales contaminantes sin volver a aumentar la huella de carbono. Tampoco nadie sabe cuánto carbono hay en la atmósfera, ni siquiera el que hay en el mar, aunque si sabemos que beneficia a las plantas que respiran CO2 durante el día y les sienta muy bien para estar verdes y sanas. El mundo desde hace décadas anda como un palomo sin cabeza. Las energías renovables no van a poder suplantar el hueco que pretenden que dejen las energías fósiles. Por las autovías van los coches eléctricos con conductores con cara de pánico camino de la playa sin saber si llegarán por esos tórridos llanos de Albacete.

El verano y sus mosquitos se ha instalado en las estepas rusas convirtiéndose en un elemento más a tener en cuenta en la guerra de Ucrania. No va a ser un verano fácil ya que apunta maneras de nieve abundante a pesar del supuesto calentamiento global. La red eléctrica ucraniana está colapsada, sin agua y sin luz los ucranianos y los rusos lo deben estar pasando en las pequeñas ciudades. En Francia paradigma de la desinformación se va librando una nueva guerra en retaguardia que nos afectara pronto sin dudarlo en los precios y en las mercancías que tienen que atravesarla para llegar a España y para llegar a Alemania y otros puntos de Europa. Así están las cosas y no tienen visos de mejorar. Las elecciones si no dan un cambio se convertirán en un parche más en el desgracidado transcurrir de la mayoría de los ciudadanos de nuestro país.