Basilio Martín Patino y Javier Tolentino, profetas del cine en su tierra

Tiene Mayo libros en la Plaza y encuentros felices que no pueden iniciarse de mejor manera: con la presentación por parte de Isabel Sánchez del libro de un salmantino ilustre por parte de otro. Y ambos vienen a la casa de todos, a la Plaza de los libros donde suena el eco del cineasta de Lumbrales, nuestro Basilio Martín Patino que tanto rodara al calor del ágora de una Salamanca que retrató como nadie, y lo hace desde las páginas de un libro que es un breviario amoroso de la devoción que le tiene Javier Tolentino, periodista, escritor, documentalista y voz de cine, ese séptimo vicio que los dos, nacidos en el oeste de esta provincia nuestra, comparten como tanta vida.

Ha escrito Tolentino sobre aquel que tanto le ha marcado, conmovido y agradecido por la senda trazada por el hombre que representa la independencia, la rebeldía, la lucha por la libertad del creador. Es este libro un absoluto homenaje a la honesta integridad, al inquebrantable propósito de libertad de un cineasta inclasificable a quien le debe el periodista la estética y la ética, la forma de mirar al mundo desde una posición comprometida, una mirada que se sirve del cine, arte generoso en lecturas que hemos aprendido a través de un programa de radio ya histórico en las ondas: “El séptimo vicio”.

Salamanca, sede de la Filmoteca de Castilla y León, debe estar siempre presta a recordar a Basilio Martín Patino, el hijo del buen maestro de Lumbrales, criado en medio de un ambiente opresivo y conservador que supo liberarse de él durante sus estudios organizando aquellas “Conversaciones de Salamanca” en 1955 que trajeron al anquilosado cine español ecos nuevos. Como la novedad de sus primeras películas, deudoras del neorrealismo italiano y de la Nouvelle Vague francesa. Era Patino en el Madrid de todos los comienzos, un estudiante convencido de que el cineasta debía buscar la empatía del espectador jugando con esa magia de la luz que siempre asoció a su libertad de niño allá por el Lumbrales que tan bien describe Ignacio Francia en su monumental trabajo sobre su amigo, el director de cine. Juego y libertad creadora, lo que hizo que Patino creara su propia productora “La linterna mágica” y se enfrentara a la censura y al poder desde una mirada lúcida, irónica y siempre libertaria. Una mirada que desglosa Tolentino película a película a película, muchas de las cuales retratan a esta ciudad letrada, levítica y deudora de una historia de piedra y silencio. El mismo silencio al que se enfrentó Tolentino, estudiante de una Salamanca que tenía en Pepe Núñez Larraz el símbolo de una disidencia siempre palpitante.

Es este un libro que no solo habla del cine de Patino, sino una visión de Salamanca, en palabras de Isabel Sánchez, poética. La Salamanca que ahora le recibe en un momento privilegiado: la inauguración, la apertura de nuestra Feria del Libro, aquí, bajo el sol de la Plaza, nuestra Plaza de los libros, plena de ecos, un eco que nos celebra a una de nuestras mejores voces, la de un cineasta épico, libre, capaz de encontrar en el lenguaje del cine al que dedicó su vida, la poesía de la libertad, la magia de la linterna, juego eterno de la verdad absoluta. Y es el libro de Tolentino, cineasta de su escuela, como lo son Chema de la Peña, Gabriel Velázquez y tantos de nuestros artistas… una muestra de amor y de homenaje. De entre todos los santos del devocionario de Javier Tolentino, el que celebramos hoy es Basilio Martín Patino, juego de espejos entre las páginas de un séptimo vicio eterno.