Las joyas que esconde Salamanca: los Castillos repartidos por la provincia

Los castillos son algunas de las edificaciones más hermosas que existen. Diferentes estilos, historias, tamaños… pero con el mismo objetivo: ser el hogar de las altas esferas a lo largo de los siglos. Muchos ya han sido destruidos, de otros quedan algunos restos y otros permanecen como el primer día, ya sea gracias a los cuidados de las diferentes generaciones o a las reformas y mantenimiento por parte de las instituciones.

Salamanca tiene mucha historia y muchos tesoros repartidos por los diferentes puntos de la provincia. Y los castillos son una de sus joyas más valiosas. Innumerable es el número exacto de los que alguna vez han estado en pie en territorio charro, vamos a halar de algunos que en la actualidad siguen existiendo, manteniendo su belleza y que se pueden visitar.

Castillo del Buen Amor

El Castillo del Bue Amor se encuentra en la localidad de Villanueva de Cañedo, a tan solo 25 kilómetros de Salamanca. Su origen se remonta al siglo XI, cuando se construyó con el objetivo principal de salvar la retaguardia de la Reconquista. Con el paso de los años y siguiendo la historia, en el siglo XV llegó a manos de los Reyes Católicos. Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón decidieron que dicho castillo serviría de avituallamiento para sus tropas.

Años más tarde, en 1.778 Alonso de Fonseca y Quijada lo convirtió en una casa palacio. Después recayó en manos de su primogénito. Desde ese momento, no volvió a ser habitado. Estuvo durante muchos años en estado de abandono hasta que fue adquirido por familia Fernández de Trocóniz en el siglo XX. Ellos decidieron restaurarlo. En el año 2.003, se convirtió en un alojamiento.

En la actualidad, es uno de los lugares favoritos por la sociedad para celebrar sus bodas, bautizos u otras celebraciones.

Castillo de los Duques de Alba de Tormes

Otra de las joyas de la provincia salmantina se encuentra en la localidad de Alba de Tormes. Se construyó durante la Edad Media, una torre sobre una colina que quedó devastado tras la guerra. Sin embargo, la Casa de Alba lo reconstruyó y lo convirtió en su residencia palaciega.

Con la idea de convertirse en un elemento para fines turísticos, a principios de la década de los 90 la Casa de Alba lo cedió al ayuntamiento de la localidad. En la actualidad, la planta baja es hoy un museo con los restos de cerámicas, bustos y monedas de la época. La planta superior, por su parte, se ha habilitado como museo sobre la vida de Fernando Álvarez de Toledo. Además, el exterior cuenta con un mirador.

Castillo de Ledesma

Sí, como lees. En la localidad de Ledesma también hay un castillo. Más conocido como La Fortaleza, fue edificado en el siglo XV sobre otro ya existente, que fue construido por orden de Fernando II. Bodegas, pasadizos o cámaras son algunos de los usos que albergan el complejo.

De entrada libre y gratuita, se puede visitar en cualquier momento. Eso sí, hay que solicitar las llaves en la cafetería de la Plaza de la Fortaleza.

Castillo de San Felices de Los Gallegos

Protagonista en la frontera con Portugal, el Castillo de San Felices de Los Gallegos fue construido en el siglo XIII por el rey portugués Don Dinis. Con el objetivo de adaptarse al terreno, se encuentra ubicado en el extremo del casco antiguo del municipio.

En sus restos se pueden observar algunas defensas que fueron construidas para protegerlo en el transcurso de la Guerra de la Independencia. Nada más verlo, lo primero que llama la atención es su torre del Homenaje, que está distribuida en tres plantas.

Si quieres visitarla puedes hacer, y te recomendamos ascender hasta lo más alto. Las vistas no defraudan ya que se ve España y Portugal.

Castillo de Ciudad Rodrigo

Miróbriga cuenta con uno de los castillos mejor conservados de la provincia, que actualmente se utiliza como Parador. Conocido como Castillo de Enrique II o de Enrique II de Trastámara, fue construido en el siglo XV. Lo mando construir Fernando II y en el año 1.949 fue declarado Bien de Interés Cultural.

De estilo gótico militar y consta de una gran torre del homenaje, distribuida en tres plantas. Protagonista durante la Guerra de la Independencia, sus muros sirvieron como defensa en múltiples ocasiones a atacantes de diversa índole y nacionalidad.

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