Caín Ferreras, la mirada del muro

De nuevo el fotógrafo recorre los itinerarios de la escritura por esta Salamanca nuestra de masas monumentales, diminutos detalles y modernidad que se alza sobre las paredes que caminamos en nuestro apresurado paso. Es el arte urbano que nos contempla e interpela en los trabajos y los días del respirar de la calle, una calle que llenan los artistas iniciados en el graffitti de la transgresión, artistas urbanos de nuestro paso por la ciudad letrada.

Y entre ellos, geometría de rostros y colores, sobriedad de un blanco y negro que recuerda el primer plano de la fotografía, Caín Ferreras se aúpa a los cielos a lomos de cigüeñas. El artista extremeño radicado en Salamanca, pared y piel nuestra que recorremos reconociendo su trabajo, nos acompaña con su inconfundible estilo, por su gusto por el rostro humano y animal, color que combina como una firma siempre reconocible. Porque Caín Ferreras ha llenado con sus intervenciones el paso por la ciudad letrada de imágenes que hablan y que leemos con la intensidad de su fortísima iconografía, su gusto por las frases que son aforismos, tatuada la letra en la obra con la misma contundencia de sus declaraciones: “Pinto cosas en sitios”.

Amador se recrea en los primeros planos de la pared convertida en lienzo por el artista. “Quien no tiene memoria, necesita cicatrices”, y la imagen golpea al viandante con su fuerza y desmesura hasta acompasarse a su paso, hacerse familiar, combinar en la mirada esas masas de color tan originales como el uso del realismo. La calle de las estatuas, la calle del monumento se convierte, al paso de los muralistas, en una improvisada galería de arte donde disfrutar de los rostros quietos, sosegados, profundamente reflexivos, de Caín Ferreras. El artista que, en la cercana Santa Marta, echa a volar sus alas, sus ansias de campo, su voluntad de vuelo, el mismo que gracias a REVERSA se convirtió en el mural más grande de Salamanca y en el paisaje consabido de río y catedral que sobrevuelan las cigüeñas, dueñas de los nidos, los campanarios y las alturas mesetarias.

La calle y su intemperie, la calle y su paso quieto de los muros que nos recorren, tienen en la iconografía y en el arte de Caín Ferreras un eco demorado. La obra nos sorprende, se asimila a nuestros trayectos repetidos, se ilumina con el sol y se lava con la lluvia. Forma parte del paisaje y del paisanaje de la ventanilla del coche apresurado y de la zancada con la vista puesta en la pantalla del móvil. Se hace parte de nuestra mirada cotidiana y a la vez, nos sorprende cuando volvemos a levantar los ojos a su tamaño que se alza sobre la calle o se extiende a nuestro paso. Arte que se vuelve piel sobre el muro de nuestras rutinas.

Y rompedor de miradas rutinarias, Caín Ferreras ha sido elegido como artista para el cartel anunciador de la Semana Santa salmantina, una decisión rupturista que responde al deseo de recurrir a los artistas más destacados respetando su técnica, su visión, su particular vivencia de la Pasión, anuncio apasionado. Y desde su reflexión profunda, callada y sosegada, Caín Ferreras se abisma en el detalle desnudo, en el color definido, en el vuelo detenido en sus ya reconocidos fotogramas, en su realismo pleno de valor social. El suyo será un cartel pura piel y geometría de su imaginario sobrio y profundo. El mismo que nos mira en el itinerario diario de nuestros pasos, el que recorre José Amador Martín, lente enamorada de los ojos que todo lo ven del muralista. Es el caminar de un arte de pie levantado, edificio de color y originalidad donde habita la sorpresa del muro tatuado de la belleza.

Charo Alonso.

Fotografías: José Amador Martín.