Javier Sendín y Marta Ruano decidieron cambiar la ciudad por sus viñedos en Pereña y crear su propia bodega, un proyecto que ha sido reconocido por González Byass
Javier Sendín y Marta Ruano son dos jóvenes atípicos de lo que suele verse en los pueblos. Aunque crecieron en una gran ciudad, sus raíces en Villarino y Pereña de la Ribera hicieron que sus caminos se cruzaran algún verano durante las fiestas. Fue el comienzo de una historia de amor, y no solo en lo personal, sino también hacia su tierra y sus viñedos, un sentimiento que les conducía finalmente a las Arribes, concretamente a Pereña de la Ribera, pueblo donde nacían las madres de ambos.
Javier estudio enología en Madrid e Ingeniería Agrícola relacionada con el vino, mientras que Marta tiró por los números tras acabar Administración y Dirección de Empresas (ADE). Ambos ejercían sus respectivas profesiones hasta que hace unos años los padres de Javier decidieron volver a sus orígenes, pues no en vano su padre es de Villarino, así que este sería el detonante final para que nuestra pareja de jóvenes tomasen una decisión trascendental en sus vidas.
Su pasión por el vino y un legado que comenzó hace cuatro generaciones ha tenido el reconocimiento de la Fundación González Byass tras que una de sus viñas, la que Marta ha heredado de su bisabuelo en Pereña, fuera seleccionada el año pasado para el proyecto de recuperación de viejos viñedos ‘Ángel de Viñas’, iniciativa con la que se trata de rescatar, preservar, cuidar y mantener aquellos viñedos viejos que se encuentran al borde de la extinción. Todo para evitar la pérdida de biodiversidad, tradición, cultura e historia.
Se trata de la viña de El Becerrero, 1,9 hectáreas con 6.000 cepas de Juan García, Tinta Jeromo y “un poco de Mandón” y que fueron plantadas por su bisabuelo en 1936, una plantación que desde entonces ha estado en manos de su abuelo y después de su madre y su tío, y cuyo testigo cogía Marta hace seis años. Se trata de variedades autóctonas de la DO Arribes, y en el caso de la Tinta Jeromo sin ‘réplicas’ en ningún lugar del mundo, uno de los principales motivos del interés de González Byass por preservar este viñedo.
La desaparición de la cooperativa local y la bodega a la que los cooperativistas entregaban sus uvas, con varias cosechas pendientes de cobro, fue el detonante final para que Javier y Marta decidiesen crear su propia bodega. Tras las primeras pruebas hace seis años “para experimentar y el autoconsumo”, finalmente en 2019 nace ‘Al Pie del Abismo’, nombre con el que estos emprendedores del medio rural rinden homenaje al cañón que el Duero conforma a su paso por Pereña de la Ribera.
En su pequeña bodega estrujan los 4.000 kilos de uva procedente de la viña de El Becerrero para sacar cerca de 3.000 botellas de tinto crianza, una elaboración totalmente tradicional a la que aplican las técnicas modernas de fermentación. Este proceso comienza sobre el viñedo con un laboreo totalmente ecológico, para finalizar con el etiquetado manual de las botellas. Pero entre ambos momentos se produce el prensado de la uva con una prensa tradicional, la fermentación en tanques de acero inoxidable y una crianza en barricas de roble de entre nueve y 12 meses, y otro tanto en botella, por lo que puede decirse que ‘Al Pie del Abismo’ es el resultado de un proceso totalmente artesanal.
LA FICHA
Localidad: Pereña de la Ribera
Bodega: Al Pie del Abismo (2019)
D.O.: Arribes.
Viñedo: 1.,9 Has.
Variedades: Juan García, Tinta Jeromo y Mandón. 6.000 cepas.
Vino: tinto crianza 3.000 botellas.
Logros: único viñedo de Arribes seleccionado por la Fundación González Byass para su conservación.