Nueve formas de mirarla al mediodía

El ángel del Señor anunció a María.

Así cambió la Historia, discreta y sencillamente. No fue portada, ni tendencia, ni tema de conversación en el transporte público, léase en las fuentes de los pueblos de Galilea y Judea. No fue nada y lo fue todo. Tanto como para que dos milenios más tarde todavía seamos muchos, muchísimos (aunque a nuestra fe con vocación cuantificadora le parezcan siempre pocos), los que al escuchar esta frase contestemos con naturalidad:

Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.

Sobre la concepción, el inicio misterioso de una nueva vida, se arroja en nuestros días ese velo de ocultación con que se cubren las verdades incómodas, el mismo con que se tapa la muerte. Los principios y los fines son conceptos demasiado definitivos en tiempos del relativismo impuesto; alfa y omega, letras agonizantes de lenguas muertas. Qué paradoja, por tanto, que una campana se haga hueco al llegar el sábado al mediodía, entre el bullicio de planes, de compras, de ligas escolares, de grupos de turistas, de prisas y premuras, y su tañido suene a Concepción: la de Jesús, virginal, en el seno de María; la de María, inmaculada, por los méritos de Jesús.

Con el Ángelus del mediodía dará comienzo, desde hoy y durante nueve sábados, los previos a su fiesta del 8 de diciembre, una novena extraordinaria a la Inmaculada Concepción en la Capilla de la Vera Cruz. La decana de las cofradías salmantinas viene celebrando durante todo este año que, allá por septiembre de 1622, llegó desde la cercana Valladolid la imagen sagrada de la Purísima que habían encargado al afamado Gregorio Fernández. A menudo eclipsada por la amplísima relación de pasos procesionales de Semana Santa con que cuenta la Vera Cruz, la talla de la Inmaculada es la cotitular de la hermandad y ordinariamente preside el retablo mayor del templo. No durante este año, cuando es posible disfrutarla abajo en todos sus detalles, en su fascinante policromía, en sus formas suaves y delicadas que invitan a mirarla sin cansarse, más bien para allí, en sus misericordes óculos, descansarse.

El centro de cada uno de los encuentros del novenario será, obviamente, la proclamación, meditación y acogida silenciosa de la Palabra de Dios. Diferentes títulos de la Virgen, señalados en el cartel anunciador, dan pie a la selección de los textos y a la invitación concreta que se ha hecho a variados grupos de la Iglesia salmantina. Hoy están convocados de un modo particular los sacerdotes, y el vicario general representará al obispo. En los siguientes sábados, las cofradías de la diócesis (15 octubre), la parroquia de La Purísima y toda su unidad pastoral (22), los consagrados (29), el mundo de la enseñanza y las universidades (5 noviembre), los enfermos y sus cuidadores (12), las familias (19), los comprometidos en la acción social y caritativa (26), las personas con discapacidad (3 diciembre). Un escogido pasaje de la Escritura ayudará cada día a la oración, que culminará con el rezo reposado de las letanías lauretanas y el canto de la Salve.

También habrá quien al escuchar aquello de que el ángel del Señor anunció… no sepa qué contestar. Por olvido. Por descuido. Porque nadie nunca se lo enseñó. Precisamente la suya será una hermosa forma de mirar a la Inmaculada de Gregorio Fernández. Abierta a dejarse llevar por la expresión maternal de una imagen que traduce las palabras, que recoge las miradas y las devuelve, que convoca al mediodía y, al cabo de unos treinta minutos, reenvía al mundo, a un mundo acaso sordo por la dureza de corazón o cegado por dioses que jamás se abajarían hasta la Cruz, pero un mundo salvado precisamente por el que admitió la lanza en su costado y la espada en el alma de su Madre.

Cuatro siglos la contemplan y somos nosotros, aquí (en la Vera Cruz) y ahora (este otoño), los que podemos celebrar que en 1622 llegara a Salamanca una obra de arte que sigue operando espiritualmente, a través de la belleza, como medio de acercamiento a Dios. Cuidar este camino, con la sobriedad y el esmero necesarios, sin parafernalias superfluas ni reduccionismo cultural, es una tarea apasionante para la Iglesia. Aprovecharlo, por ejemplo participando cada sábado (o alguno de los nueve) en este novenario, una oportunidad privilegiada para dar pasos adelante en la fe, como si fuéramos Isabel y viéramos llegar a la que ha creído y ha cruzado la montaña para visitarnos, como si fuésemos Juan al pie de la Cruz y se nos regalara como madre, como si estuviéramos sirviendo en la boda y aquella invitada nos exhortara con voz firme para cambiar nuestra historia: “Haced lo que Él os diga”.

Este sábado, 8 de octubre, comienza en la Capilla de la Vera Cruz la novena extraordinaria a la Inmaculada Concepción, con motivo del IVº centenario de su hechura por Gregorio Fernández. Todos los sábados hasta el 3 de diciembre a las 12 del mediodía.