La celebración fue presidida por el Obispo José Luis Retana, participando también José Sánchez y Jesús García Burillo
La Diócesis de Ciudad Rodrigo despidió en la mañana del martes, con una concurrida misa funeral en la Catedral de Santa María, al que fuera su Obispo desde 1988 hasta 1994, Antonio Ceballos Atienza, que falleció el pasado miércoles a los 87 años de edad en la Residencia de Ancianos de las Hermanitas de los Pobres de Jaén en la que vivía desde que dejó de ser en 2011 el prelado de la Diócesis de Cádiz y Ceuta (de la que seguía siendo Obispo emérito).
El funeral en la Catedral de Santa María fue presidido por el actual Obispo de la Diócesis Civitatense, José Luis Retana, quién estuvo acompañado por el Obispo emérito de Sigüenza-Guadalajara, el guinaldés José Sánchez; y por el Obispo emérito de Ávila, Jesús García Burillo (quién fue Administrador Apostólico de la Diócesis de Ciudad Rodrigo desde enero 2019 hasta enero de 2022); así como por un amplio número de sacerdotes del presbiterio diocesano (algunos de los cuales fueron ordenados por Antonio Ceballos).
Mientras tanto, en los bancos, estuvieron el alcalde de Ciudad Rodrigo Marcos Iglesias y los concejales Ramón Sastre, Laura Vicente, José Manuel Jerez, Davinia Montero, Juan Tomás Muñoz, Carmen Lorenzo y Jorge Labajo; alumnos –ejerciendo varios de ellos como monaguillos-, formadores y profesores del Seminario Diocesano, los trabajadores del Palacio Episcopal, o integrantes de varias de las congregaciones religiosas con presencia en la Diócesis, así como numerosos fieles ‘de a pie’.
Precisamente, uno de los aspectos sobre Antonio Ceballos que resaltó José Luis Retana en su homilía fue que “no era Obispo de despacho ni oficinas, le gustaba la cercanía con la gente, con los pobres, con los sacerdotes”, mostrando una gran “sencillez y humildad; nos enseñó a vivir humildemente”, añadiendo que “caló por su austeridad ejemplar; nunca tuvo casa propia”, haciendo gala de un carácter tranquilo “que sólo se transformaba cuando celebraba un gol madridista”.
José Luis Retana relató que conoció a Antonio Ceballos en torno a 1993 cuando, siendo rector del Seminario de Ávila, mantuvo una reunión con los Obispos de las Diócesis que tenían allí seminaristas. En aquel momento, les preguntó a los prelados en qué creían que había que incidir con los seminaristas, contestando Antonio Ceballos que en la espiritualidad, descubriendo así que “tenía una profunda espiritualidad”.
En esa homilía, Retana recordó algunas palabras pronunciadas por Antonio Ceballos en una entrevista, desvelando asimismo que la familia ha remitido una carta en la que muestran su gratitud a la Diócesis de Ciudad Rodrigo, comentando a la par que “hasta el último momento recordaba su estancia aquí”. En torno al fallecimiento, José Luis Retana indicó que, desde el punto de vista de la fe, “la muerte no es una desgracia, sino un acto providencial del Señor”.
José Luis Retana concluye que Antonio Ceballos fue “un hombre bueno, sencillo, de profunda oración”, exponiendo que “la humildad, el trabajo por la fraternidad, y el amor y la entrega por su pueblo” sería “el legado de Don Antonio, que no estaría mal que grabáramos en nuestro corazón para ponerlo en práctica”, considerando asimismo que “en estos tiempos debemos tener ejemplos como Don Antonio: dejar el yo y apostar por el nosotros”.
Como se puede ver en las imágenes, un retrato de Antonio Ceballos Atienza lució durante toda la celebración en las escaleras del altar de la Catedral, acompañado de numerosas flores.