Realidad real

• ¡Papá, papá!

Rubén salió corriendo de la clase hacia los brazos de su padre, que iba a buscarle al cole como todos los días.

• ¡Papá, nos ha dicho la profe que vamos a ir de excursión a una granja!

Los ojos de Rubén estaban abiertos y radiantes como dos soles, y su sonrisa dibujaba una ilusión desbordante, como sólo los niños o los que tienen algo de niño pueden tener.

• Mira, Rubén, ven... – le dijo su papá con rictus de sabiduría mientras sacaba de su maletín un aparato rectangular con una pantalla que ocupaba casi todo el espacio del artefacto. Dio a un botón, y luego a otro.... Papá utilizaba las yemas de los dedos para pasarlas por aquella pantalla....Tocaba y movía las imágenes con mucha rapidez...
• Papá, ¿qué haces?
• Voy a enseñarte lo que vas a ver en la granja.

Y todo emocionado, empezó a enseñarle a su hijo imágenes de animales variados que podría encontrar en aquella visita como una vaca, una oveja, un cerdo, una gallina...

• ¿Ves, hijo? Esto es lo que vas a ver en la excursión. Y mira, si quieres, podemos escuchar el sonido de la vaca.....¿a que mola?

Rubén estaba con la boca abierta. ¿Merecía la pena ir a una granja, si su papá ya la tenía metida en aquella pequeña pantalla? Y pensó durante unos instantes...

• Papá..... que digo yo.... que.... ¿puedo también jugar en tu pantalla al pilla-pilla con mis amigos.... correr...saltar...reirme con ellos....?¿Y hacer caminitos con piedras? ¿Y esconderme detrás de los árboles? ¿Y tirarme por la arena?

Y papá se quedó sin palabras.... y aquella pantalla sin batería....

Seguro que sin saberlo, Rubén le había recordado a su papá que la realidad real es mucho más divertida que la virtual. Que está bien ver a los animales en la pantalla, pero que está mucho mejor verlos en directo, escuchar sus sonidos en vivo, tocarles, olerles... Que está bien ver la granja por la pantalla, pero es infinitamente más divertido pisar la tierra, estar allí con los amigos, respirar el aire del campo o descubrir cualquier bicho trepando por una ramita...

Está bien hacer amigos virtuales, de esos que te escriben un “like” o te ponen un emoticono de una mano con el dedo grueso hacia arriba, pero que es mucho mejor hacerlos de carne y hueso para poder abrazarlos o mirarlos a los ojos... Rubén le había enseñado a su padre que la realidad real está ahí para disfrutarla y para vivirla. Pero hay algunos seres humanos que viven más la realidad virtual, la de los amigos ficticios, la de las conversaciones a distancia, sin mirarse, sin tocarse, sin olerse... Incluso algunos la confunden... y lo virtual pasa a ser real.... Vida descafeinada, light, sin chicha ni limoná, sosa... Sólo aderezada con la pseudo alegría de un rato laaaaargo tocando botones en una pantallita. Y ya está. Dedos rápidos y corazón anestesiado. Parece que algunos seres humanos no necesitan más..... Y la vida real esperando ser acariciada, besada, mimada..., ¡vivida!, como una buena botella de vino que todavía no ha sido abierta... ¡Cuánta vida real, maravillosa, increíble, sorprendente.... nos perdemos!

¡Quién fuera como Rubén! Ojalá yo también fuera un poco niño...