Un libro coral de relatos para descubrir a las escritoras castellano y leonesas

Un mapa de sugerencias. El libro publicado por Castilla Ediciones que reúne ni más ni menos a 29 escritoras vinculadas con la región castellano y leonesa es para la coordinadora, la escritora y profesora Celia Corral Cañas, “No una antología, sino un compendio muy diverso de cuentos”. La diversidad de propuestas de casi una treintena de escritoras cuyos nombres lee Celia Corral como un gesto de reconocimiento antes de insistir en la necesidad de descubrir nuevos nombres, un gesto necesario para defender nuestra literatura propia, un ejercicio de búsqueda que tiene el mejor marco en esta librería de cabecera de toda la cultura salmantina.

En la plaza de San Boal, tomada por la fiesta que ya finaliza, Letras Corsarias se ha convertido con su excelente programa de presentaciones y encuentros, en un espacio imprescindible para la cultura en esta Salamanca que descubre los nombres de la abulense Noemí Valiente, autora de uno de los relatos más sorprendente del volumen, quien insiste en la importancia del género breve y en la diversidad de argumentos. Idea que, para la autora burgalesa Silvia Pérez, se centra en la maternidad –tema que también aborda de forma muy original la coordinadora Celia Corral- recordando la forma de vida en los pueblos que ahora se convierte en un remedo angustioso y capaz de destrozarle los nervios a una madre perfectamente descrita con trazos casi impresionistas. La brevedad es lo que tiene, obliga al autor a la economía, al equilibrio de sus dones para mostrar, en tan poco espacio, la concisión de su talento.

Un talento que en la gallega afincada desde hace mucho tiempo en Salamanca, Ajo Diz, cuyo último libro precisamente de relatos también está publicado por Castilla Ediciones, tiene la fuerza y la contundencia de una prosa inigualable. Su relato mezcla el dolor que sufrió ante un documental crudelísimo sobre los niños soldados de Sierra Leona y su preocupación cierta sobre la inmigración. Un relato duro e impactante que contrasta –recordamos que una de las características de este libro es la diversidad- con la voz poética y evocadora de Carmen Elena Ochoa. Autora venezolana habitante de un espacio que recorre a través del paisaje, su relato es un ejercicio de acercamiento y alejamiento del lugar en un intento de crear el vínculo que comienza, en su caso, con la naturaleza. En sus palabras, la pertenencia a la tierra que supone la identificación de este libro, tiene otra textura, la de quien llega de lejos y se imbrica en una tierra que Isabel Bernardo trasciende. No se trata de escribir necesariamente sobre nuestro marco castellano leonés, evidentemente.

Narradora, poeta, activa generadora de cultura, Isabel Bernardo reflexiona sobre el debate autobiográfico, el ejercicio de escritura y ese humor que esconde la seriedad y la documentación rigurosa en un relato donde el novelista anónimo desvela el secreto en un 1968 con ecos galdosianos en el Lavapiés del Madrid que recorre a través de los más diversos personajes. Se trata de un relato cuyo trabajo previo nos devuelve el gusto por la sugerencia y el deseo de que el cuento, cuando está bien resuelto, tenga la entidad, el peso y la profundidad de una buena novela.

Novela que sí es el género privilegiado frente a este cuento que sigue practicándose a pesar de la dificultad de publicarse. Para Celia Corral, cuyo prólogo reflexiona acertadamente y a través también de las palabras de las autoras sobre este y otros temas, la literatura arrastra a un viaje a lo desconocido, y antes de definir el género breve o amplio, lo importante es sentir que cada autora es un género en sí misma. Un género que no tiene nada que ver con el sexo, sino con la buena o mala literatura, con la propuesta que los lectores reciben cuando asisten a la presentación de un libro o abren sus páginas en el espacio infinito de la librería y de la biblioteca. Es este libro, reiteramos, un mapa de nuestra tierra sin obligarse a retratarla, un mapa con 29 estaciones, 29 puertas que abrir para conocer la escritura de las autoras que han sido descubiertas para el público por esta propuesta coral, magníficamente editada por Castilla Ediciones, con la ayuda del coordinador de la sección de cuentos, el escritor y crítico literario José Ignacio García y que tiene una portada verdaderamente insuperable: la de la artista vallisoletana de gran repercusión internacional Rosana Largo. Una Alicia sorprendida ante su descubrimiento de esa ciencia que recibe a las mujeres protagonistas ya de todos los campos. Campos que recorrer con paso firme, muy bien acompañadas.

Fotos: Carmen Borrego