Miles de personas siguieron desde los lugares de costumbre el lanzamiento, que duró 12-13 minutos
Tres años después de la última vez, el ecuador del agosto mirobrigense volvió a iluminarse en la noche del lunes con los fuegos artificiales lanzados desde el primer parking de La Pesquera, que fueron contemplados por un volumen de personas claramente superior al del año pasado, cuando pese a la pandemia el lanzamiento se llegó a realizar, pero en la víspera de la festividad de la Virgen de la Peña de Francia, ya en septiembre, cuando ya habían vuelto a sus lugares de residencia tanto los forasteros como los mirobrigenses que viven en otros lugares.
El público se repartió en la noche del lunes por los lugares habituales: la Puerta de Santiago, la Cuesta de Santiago, todo el tramo de muralla que da hacia el río, el Puente Mayor, el Puente Nuevo, la Avenida de La Concha, la presa de La Pesquera, o algún otro recoveco, como las curvas de la cuesta de las Emes. Como se puede ver en las imágenes, por esos espacios había desplegados vehículos de los Bomberos, la Policía Local o Cruz Roja para controlar cualquier incidente que pudiera producirse.
Todo ese público tuvo que esperar más de lo previsto para disfrutar del espectáculo, ya que éste comenzó con 10 minutos de retraso, lo que ‘avivó’ aunque fuera brevemente el rumor infundado que había estado circulando de que los fuegos se habían suspendido, y no por la situación de alerta decretada por la Junta de Castilla y León que ha regido durante buena parte del verano (hay que recordar que se levantó el jueves, aunque el sábado se volvió a reactivar durante unas horas), sino por el panorama en el ambiente.
El caso es que desde el tramo final de la tarde del lunes, el cielo en Ciudad Rodrigo se fue en primer lugar oscureciendo, para dar paso posteriormente a un tramo de extraños colores (con un tono muy amarillento). De primeras, parecía que podía ser alguna nube con agua (el radar de lluvia reflejaba alguna en la zona), pero en realidad esos tonos del cielo estaban provocados por el humo que llegaba de un incendio en tierras portuguesas. Aunque durante esas horas de la tarde-noche no olió a quemado en Ciudad Rodrigo, sí que llegó a caer ‘ceniza’, al mismo tiempo que una vez se hizo de noche fue la luna la que pasó a tener un tono rojizo por el humo.
Como decíamos, el rumor de la suspensión era infundado, y aunque con ese retraso mencionado, el lanzamiento se desarrolló con normalidad a cargo de la empresa leonesa Pibierzo, que se había quedado con el contrato sacado a licitación por el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo. Desde que empezó el lanzamiento en sí (hubo tres cohetes de preaviso) hasta la traca final, pasaron 12-13 minutos, alternándose distintos tipos de fuegos artificiales.
A la conclusión, el público congregado dio la habitual ronda de aplausos, mientras poco a poco fue abandonando los puntos desde los que había observado el lanzamiento. En especial, se generó el habitual ‘atasco’ en la bóveda de la Puerta de Santiago en dirección a la calle San Juan, complicado por esos conductores que se meten con sus vehículos desde la calle Colegios para complicar el desalojo.
Buena parte de los espectadores de los fuegos artificiales acabaron por desembocar en la Plaza Mayor, con la intención de cumplir con la ‘tradición’ de tomar algo en una terraza (aunque fuera víspera de día laborable, lo que ha sido bastante criticado), pero lo tuvieron más ‘complicado’ de lo previsto, ya que varios de los establecimientos del ágora estaban ya totalmente cerrados.
Los que permanecían abiertos eran los de la zona sur de la Plaza, donde como es habitual en esta jornada estaba funcionando a pleno rendimiento (tanto antes como después del lanzamiento de los fuegos) la Heladería. Fuera de la Plaza, hubo notable movimiento tras los fuegos en las terrazas de la calle San Juan, Julián Sánchez, Toro, la Rúa del Sol o la Plazuela del Buen Alcalde, todo ello en una noche inusualmente fresca para lo que está siendo este verano de 2022.