Vírgenes de verano (2)

La semana pasada empezábamos a comentar algunas fechas de las fiestas marianas del verano. Iniciábamos el comentario de algunas de las doce fiestas de la Virgen que tienen lugar en la época veraniega.

Empezábamos con la fiesta de la Visitación de la Virgen (31 de mayo), y con referencia a Santa María Madre de la Iglesia (6 de junio). Aludíamos también al Inmaculado Corazón de María, a Nuestra Señora de los Ángeles (2 de agosto) y a Nuestra Señora de las Nieves (5 de agosto).

La gran fiesta de las celebraciones marianas del verano es la Asunción de la Virgen María, día 15 de agosto. Al terminar el curso de su vida mortal, la Virgen que, al haber sido concebida sin pecado y haberse mantenido sin pecado toda su vida, no podía morir, pasó de la tierra al cielo en cuerpo y alma, tomando lugar al lado de su Hijo a la derecha de Dios Padre. Aunque ella no murió, alguna tradición profesaba que María había pasado por una situación transitoria que llamaron la “Dormición” de la Virgen. En todo caso, la Virgen María fue asumida, o asunta y llevada al cielo, por la fuerza del Espíritu Santo y por la intervención de Cristo Resucitado, de modo que ella misma participa en la vida de Cristo su Señor, siendo incluso coronada como Reina.

Así, Santa María Virgen Reina, cuya fiesta se celebra el día 22 de agosto, vino a ser la Señora del Cielo y de la Tierra, y nos da también a nosotros la confianza de poder participar en la gloria de la vida eterna.

La Natividad de la Santísima Virgen María tiene lugar el día 8 de setiembre. Es una fiesta verdaderamente popular, que se celebra con multitud de denominaciones, sobre todo por nuestra piel de toro, pero también en cantidad de títulos en las tierras iberoamericanas. En Salamanca tenemos dos denominaciones de la Virgen que se celebran en ese día: la Virgen de la Vega, patrona de la ciudad de Salamanca, y la Virgen de la Peña de Francia, patrona de Castilla.

¿Por qué se celebra el nacimiento de la Virgen María el día 8 de setiembre? Es la lógica del calendario: María es concebida sin pecado, y su Concepción se celebra el día 8 de diciembre. Si fue concebida el 8 de diciembre, corresponde por lógica el nacimiento nueve meses después, es decir, el día 8 de setiembre.

El Santísimo Nombre de María, que lógicamente corresponde celebrar después del nacimiento, figura en el calendario litúrgico el 12 de setiembre.

Nuestra Señora, la Santísima Virgen de los Dolores, se celebra el 15 de setiembre. Hay también una gran devoción a la Virgen de los Dolores, cuyo nombre llevan muchas mujeres. Antes de la reforma litúrgica la celebración tenía lugar el Viernes de Dolores, es decir el viernes anterior al domingo de Ramos. Pero, al celebrarse la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz el día 14 de setiembre, pareció a los reformadores de la liturgia que la fiesta de los Dolores podría celebrarse con toda lógica al día siguiente de la celebración de la Cruz, ya que María estuvo junto a la Cruz de Jesús a la hora de la muerte redentora del Señor.

Y, por fin, Nuestra Señora de la Merced, el 24 de setiembre. La Redención de Cristo, y la acción corredentora de María, se manifiestan en multitud de obras o mercedes que benefician a los seguidores de Jesús, y que lógicamente terminan favoreciendo a los bautizados poniéndolos en el camino de la libertad.

El verano nos ofrece, como vemos, cantidad de ocasiones y nombres para pasar nuestro tiempo de descanso como vacaciones al lado de esta santa mujer, a la que llamamos María, que es Madre de Dios y madre nuestra. ¡Feliz verano!