La procesión fue controlada por la patrulla de servicio de la Policía Local
Al igual que en el resto de parroquias extramuros de Ciudad Rodrigo, el Santísimo Sacramento volvió a recorrer en la mañana del domingo las calles del barrio de San Cristóbal, tres años después de haberlo hecho por última vez (en 2020 procesionó por el interior del templo -donde se habían montado varios altares-, mientras que en 2021 se limitó a salir desde la puerta lateral hacia la principal para visitar un altar situado a las puertas de la Iglesia).
En este retorno de la conmemoración completa de la denominada Octava de Corpus, se siguió la tónica habitual en la Parroquia de San Cristóbal, comenzando con una eucaristía a mediodía en el templo parroquial presidida por el párroco, Rafael Caño, quién también fue el encargado de portar bajo palio al Santísimo en el recorrido que se hizo a continuación por las calles del barrio, que fue controlado por la patrulla de servicio de la Policía Local.
A lo largo de ese trayecto, la procesión se detuvo tres veces, en los puntos habituales: en la confluencia de la calle Lorenza Iglesias con la calle Valera, en la calle Cárcabas, y a las puertas de la Iglesia. En esos lugares, varios vecinos habían montado los clásicos altares, en los cuales Rafael Caño depositó la custodia del Santísimo para rezar, tras lo cual los niños de Primera Comunión de la Parroquia le lanzaron unos cuantos pétalos.
Junto a Rafael Caño, en esta procesión también tomó parte el sacerdote Domingo Peinado, colaborador de la Parroquia de San Cristóbal. Como hecho diferencial respecto a otras parroquias, se contó con representación del Grupo de Adoración Nocturna de Ciudad Rodrigo, con una bandera que fue inclinada a la hora de detenerse el Santísimo en los altares, donde se colocaron varios niños de corta edad.