Diez años del voto rogado: la medida que desplomó la participación electoral en el exterior

El voto rogado que desde hace más de diez años se exige a los electores residentes en el extranjero se aplicará por última vez en las elecciones andaluzas del 19 de junio, después de que el Pleno del Congreso de los Diputados haya aprobado esta semana su supresión.

¿Por qué se puso en marcha el voto rogado?, ¿cómo ha impactado en la participación electoral? Este sistema, pactado por PP, PSOE, PNV y CiU, se puso en marcha en el año 2011, tras la acumulación de denuncias de irregularidades con el voto de los emigrados, especialmente en comicios gallegos. Un sistema que obligaba hasta ahora a los inscritos en el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) a pedir el voto con antelación para poder ejercer el sufragio.

Aunque este sistema acabó de un plumazo con las sospechas de fraude, también provocó el desplome de la participación electoral desde el extranjero. En las elecciones generales de 2011, 2015, 2016 y 2019, menos del 10% de los electores residentes en el extranjero solicitaron el voto.

Más de una década después, la Comisión Constitucional del Congreso ha aprobado por amplia mayoría una reforma que acaba con ese requisito y en su lugar introduce modificaciones para facilitar que los electores del exterior puedan votar en urna en las embajadas y consulados, además de por correo, y para asegurar que sus papeletas lleguen a tiempo para su escrutinio en España.

La reforma viene de una proposición de ley presentada en febrero de 2021 por los dos grupos que sustentan el Gobierno, el PSOE y Unidas Podemos, y que estuvo congelada por sucesivas prórrogas hasta el pasado mes de abril. En las últimas semanas, su articulado fue modificado mediante enmiendas pactadas con el PP y otros grupos de la oposición. El texto, una vez aprobado en el Congreso, se remite al Senado, con lo que se prevé que se publicará en el BOE a la vuelta del verano y que ya se aplicará en las próximas elecciones generales.