Los fosos de la Rúa del Sol acogieron una exhibición de doma vaquera, y la Plaza Mayor, un primer Festival
El regreso de la normalidad al período de Semana Santa en Ciudad Rodrigo tras la pandemia del coronavirus, con la recuperación de todas las procesiones y el resto de actos propios de estos días, trae también de vuelta la Fiesta de La Charrada, que a lo largo de este Sábado Santo está celebrando su 41ª edición con la participación de grupos locales y foráneos (con personas de todas las edades), que se encargaron precisamente de abrir la jornada con un pasacalles por numerosos puntos de la ciudad.
El primer punto concreto de referencia de La Charrada 2022 fue el foso izquierdo de la Rúa del Sol, donde un año más se desarrolló una exhibición de doma vaquera, de la mano de Rodrigo Bernal, quién escenificó las tareas propias del campo charro, así como el trabajo con garrocha. Estos movimientos fueron explicados por el coordinador de La Charrada, José Ramón Cid Cebrián, al público que se fue asomando al foso.
Como el mercadillo sabatino se celebró en el entorno del foso con normalidad, el lateral correspondiente al Paseo Fernando Arrabal prácticamente estuvo vacío de público (salvo algunas personas que se metieron entre las furgonetas de los vendedores), reuniéndose de este modo la mayoría en el lateral del glacis del foso y en la zona del Revellín de San Andrés. La exhibición despertó bastante curiosidad, aunque el intenso calor que hacía provocó que el seguimiento no fuese tan continuo.
Concluida la exhibición, llegó la hora del habitual pasacalles de grupos de baile locales, tamborileros y dulzaineros hasta la Plaza Mayor, que este año fue doble, ya que los grupos participantes escogieron dos rutas, debido a la mencionada celebración del mercadillo. En este sentido, para que los caballistas de la Asociación Charra del Caballo no se metiesen por medio del mismo, se optó porque éstos cruzasen la bóveda de la Rúa del Sol y tomasen las calles Muralla y Campofrío, para desembocar junto a la Puerta del Conde.
Allí se sumaron el resto de grupos, que habían decidido ir desde el Revellín hacia Conde de Foxá y subir por el Registro. Una vez todos juntos, la comitiva fue por la Plazuela del Conde, calle Cáceres, Avenida de Yurramendi, y Cardenal Pacheco para alcanzar la Plaza Mayor, donde ya de por sí había bastante ajetreo, con las terrazas registrando una alta ocupación (especialmente el lateral donde daba la sombra, desarrollándose ya los primeros bailes en la Plaza en una de las terrazas de ese lateral).
Los caballistas se quedaron en la parte baja de la Plaza (se acabaron marchando de la misma por Julián Sánchez), mientras que los grupos de baile se dirigieron hacia el escenario montado en las últimas horas en la parte superior del ágora. Inicialmente, todos los grupos de baile subieron al escenario a ‘saludar’ antes de que empezase el festival, que fue introducido por José Ramón Cid Cebrián y la delegada de Cultura del Ayuntamiento, Beatriz Jorge Carpio, que iba ataviada de charra.
Por el escenario pasaron un total de cuatro grupos: Al Son del Tamboril (nacido en el seno de la Asociación de Vecinos de la Avenida de España y Casas de Martín Báez), El Botón Charro, El Roble Charro, y el grupo de niños Aires Charros. Cada uno de estos grupos ofreció tres bailes, pudiéndose disfrutar de varias charradas, charros, picaos serranos o jotas. Como se puede ver en las imágenes, las sillas desplegadas por la Plaza Mayor estuvieron prácticamente vacías ante el calor que hacía.
Finalizada la actuación de los cuatro grupos mencionados, hubo varias actuaciones más espontáneas fuera de programa, empezando por la que ofrecieron Raúl de Dios al acordeón y Carlos Rufino a la gaita y el tamboril. Por cierto, que Carlos Rufino dedicó la actuación a El Tío Frejón y a El Guinda, además de tocar un charro para pedir “que se acaben las guerras para siempre”.