La primera 'Madrugá' de Nuestra Señora de la Esperanza lleva a las calles sobrio silencio y emociones
La querida imagén mariana ha protagonizado un llamativo desfile por multitud de calles peñarandinas
Las emociones estaban a flor de piel en los primeros compases del Viernes Santo ante la llegada de la primera procesión de la ‘Madrugá’ que esta noche estuvo protagonizada por Nuestra Señora de la Esperanza.
Una cita muy esperada, siendo una de las novedades subrayadas dentro de la programación de desfiles organizado por la Hermandad de Cofradías, y que partía puntual, a las tres de la mañana, desde la iglesia parroquial San Miguel Arcángel.
La salida del Templo de esta querida imagen mariana ha sido uno de los momentos de mayor intensidad, cuando los hermanos de carga iniciaban una espectacular maniobra de rodillas para cruzar el umbral de las puertas parroquiales, momento que culminaba con una sonora ovación del público que no quiso perder la oportunidad de vivir esta primera madrugada.
Tras ello continuaban las sorpresas, con el ofrecimiento de una saeta a la Virgen por parte de un joven durante los primeros metros del recorrido, que ha llevado a la Esperanza, que se presentaba con nuevos varales y el palio liso que se bordara proximamente en verde por un taller especializado, a discurrir por Plaza Agustín Martínez Soler, Elisa Muñoz, Carmen, Plaza de España, Cerrajeros, Arenas, Ricardo Soriano, Isabel la Católica, San Luis (en la puerta de la Ermita se realizará la estación de penitencia y el saludo entre la Santísima Virgen y el Santo Cristo de la Agonía), volviendo por Ronda de Guareña, Alameda, La Cruz, Travesía La Cruz, Gómez de Liaño, Plaza de la Constitución, Plaza Agustín Martínez Soler a parroquia.
Otro de los momentos más esperados y emotivos de la procesión ha sido la estación penitencial de Virgen y el Santo Cristo de la Agonía en la Ermita de San Luis, momento que contaba con una breve oración sacerdotal, además de una ofrenda floral que terminaba entre abrazos y aplausos, para continuar así una peregrinación, en la que se ha podido vivir también una petalada, todo ello arropado por los sones de la Escuela de Dulzaina y Percusión de Macotera.