El público que quiso seguir la procesión íntegra tuvo que concentrarse mucho más de lo habitual
La Semana Santa Mirobrigense vivió durante la tarde del Viernes Santo su momento central: la procesión del Santo Entierro, conocida -pese a que su ritmo en ocasiones invita a lo contrario- como La Carrera. En esta cita toman parte las 7 cofradías semanasanteras con las que cuenta Ciudad Rodrigo, que vuelven a sacar a la calle la práctica totalidad de los pasos que procesionan durante estos días (únicamente están ausentes en este evento el Cristo de la Buena Muerte, La Soledad y Jesús Resucitado).
El retorno de La Carrera tras dos años sin celebrarse por culpa de la pandemia del coronavirus tuvo novedades en lo que al recorrido se refiere, ya que se recortó de forma notable la parte conjunta, lo que unido a que el recorrido elegido para llegar a la Plaza Mayor ya era de por sí corto, hizo que las miles y miles de personas que quisieron presenciar la procesión en la tarde del Viernes tuvieran que comprimirse en menos espacio del habitual.
Saliendo todas las cofradías desde la Catedral de Santa María, excepto la Oración del Huerto, que lo hizo desde su vecina sede, la Iglesia de Cerralbo, el tramo conjunto de la procesión se limitó a la calle Cardenal Pacheco, la Plaza Mayor y la Rúa del Sol. Al llegar a la confluencia de la misma con las calles Enrique Zarandieta y Muralla, cada cofradía optó por el recorrido que estimó más conveniente para llegar a sus destinos finales, lo que provocó que se generasen 7 procesiones que fueron avanzando de una forma peculiar.
Por ejemplo, el cierre de la comitiva a cargo de la Cofradía de La Soledad (incluyendo también el paso de La Dolorosa de la Cofradía de Jesús Nazareno) inició su procesión ‘en solitario’ (por las calles Muralla, Campofrío, Madrid, Plazuela del Conde, Cáceres y Avenida Yurramendi) yendo prácticamente así, en solitario, encontrándose en su regreso a la Catedral (por ejemplo a la altura de la calle Madrid) con público que regresaba de ver la procesión conjunta en otros puntos o integrantes de otras cofradías que todavía lucían sus túnicas.
Este tramo final lo abría un hombre con capa y una bandera de la Cofradía de La Soledad, seguido por varios niños con capa, varias mujeres con banderas de la entidad, más mujeres a los laterales con el rosario en la mano vestidas rigurosamente de luto (luciendo mantilla), las tres mayordomas de este año de La Soledad, el Santo Sepulcro (que procesionó a hombros tras aparecer costaleros suficientes para ello), el presidente de la Cofradía, Tomás Domínguez, y el paso de La Dolorosa junto a varios cofrades del Nazareno.
A continuación, marcharon los sacerdotes Ángel Martín Carballo -presidió la procesión como presidente del Cabildo Catedralicio-, José María Rodríguez Veleiro, Rafael Caño y Prudencio Manchado; los maceros municipales; los miembros de la Corporación Municipal participantes (todos los concejales del PP y Carmen Lorenzo del PSOE, en la primera ocasión que ésta Corporación procesionaba en Semana Santa); representantes de la Policía Local y la Guardia Civil, y la Banda Municipal de Música, donde debutaba en esta cita como director José María Sendín.
A lo largo de la tarde, en la comitiva conjunta, marcharon tres bandas más, que fueron llegando tocando hasta la Catedral de Santa María, donde como es habitual se generó antes de la salida, tanto en la calle como dentro, un amplio bullicio de integrantes de todas las cofradías y público. La primera en desfilar fue la Cofradía de Jesús Amigo de los Niños (cuyos niños portaron cruces de madera), con su Banda de Cornetas y Tambores, que en las cercanías de la Puerta del Sol se desvió por Enrique Zarandieta para poner rumbo a la Parroquia de Santa Marina.
La siguiente en salir, la Oración del Huerto, tomó en la bifurcación la calle Muralla, para acabar regresando a su templo, la Iglesia de Cerralbo, por el mismo recorrido que lo hicieron un rato más tarde el Sepulcro y La Dolorosa. Las cuatro cofradías restantes, cogieron la calle Enrique Zarandieta, con la excepción del paso de Nuestra Señora de La Cruz de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz, que también tomó la calle Muralla. Mientras tanto, El Calvario y la Santa Cruz, los otros dos pasos de esta Cofradía -con la que desfiló su Banda de Tambores- tuvieron como destino la Iglesia de San Agustín.
Ese fue asimismo el destino de los pasos de La Caída, Ecce Homo, Los Azotes y Jesús Nazareno de la Cofradía de Jesús Nazareno, que por supuesto contó con su Banda de Cornetas y Tambores. Mientras tanto, la Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración (cuyo ‘acompañamiento musical’ fueron cuatro tambores y dos esquilas) se dirigió a la Iglesia de San Pedro-San Isidoro, y la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias a la Iglesia de la Venerable Orden Tercera.
Estos regresos (supervisados en la medida de lo posible por la Policía Local), además de generar 7 procesiones, acabaron deparando concentraciones a las puertas de los templos citados hasta que se terminaron por introducir todos los pasos (especialmente hubo ‘atasco’ a las puertas de la Iglesia de San Agustín). En una tarde con muy buena meteorología, la procesión del Santo Entierro acabó superando -no por mucho- las dos horas de duración (el Sepulcro y La Dolorosa volvieron a la Catedral pasadas ya las 21.00 horas).