El periodista Chema Díez ofrece su opinión sobre el capitán chacinero en la sección de este medio con colaboradores
Cada vez es más real que la edad es solo un número para un futbolista; la alimentación, el descanso, la ilusión y una rutina ordenada forman parte de la vida de cualquier profesional que se precie y que quiera alargar su carrera a un buen nivel lo máximo posible.
En las mal llamadas categorías no profesionales del fútbol hay muchos jugadores que levantan al público de sus asientos, que marcan la diferencia y que, en muchos casos, merecen una oportunidad en un escalón superior, que no siempre llega.
Cada vez tengo más claro que para los equipos de Primera y Segunda División, el resto de las categorías es solo un complemento del fútbol y no un gran nicho de mercado para ‘pescar’ nuevos talentos o jugadores consagrados. Y éste es uno de los grandes errores de este deporte. Lo mismo pasa con los entrenadores; los hay, y muy buenos y preparados en Primera, Segunda o Tercera RFEF, categorías recién inventadas por el señor Rubiales…
Pero, si hay un club que por tradición ha sabido ‘cazar’ a jugadores de nivel, unos consagrados y otras jóvenes promesas, es el Guijuelo. Kike Royo, Manu Fuster, Raúl Ruiz, Luis Milla, Julián Luque, Antonio Pino, Rubén Peña, Ángel Martínez, el ‘genio’ Romero, Chema, Razvan, Carles Marc, Pablo Espina o ‘el profesor’ Chuchi Jorqués son algunos ejemplos, además de entrenadores como Imanol Idiakez o Rubén de la Barrera. Y, claro está, también es el caso del protagonista que nos ocupa.
Debutó con 19 primaveras en Segunda B en las filas del filial del Real Zaragoza y hoy, 20 años después, sigue ‘paseando’ su calidad y su compromiso por un terreno de juego en las filas del CD Guijuelo, club en el que ya acumula ocho temporadas y donde mejor rendimiento ha ofrecido junto a su experiencia en el Éibar en Segunda División. Solo la mala suerte le privó, quién sabe, si de forjar una carrera en la categoría de plata del fútbol español.
Además de en Segunda, ha mostrado su fútbol en Segunda B, Tercera, en Copa del Rey y en la actual Tercera RFEF, y con 39 años a sus espaldas, tiene a tiro el ascenso a Segunda RFEF con el Guijuelo, y lejos aún su retirada de los terrenos de juego. Ojalá así sea.
Se llama Carlos Rubén Esteban, sevillano del Real de la Jara e Ingeniero de profesión, ocupa su rutina con los libros porque hay vida más allá de un deporte como el fútbol. “Un deportista debe tener la cabeza ocupada en otras cosas”, ha reiterado en multitud de ocasiones.
Tras el infortunio del descenso del Guijuelo, no dudó en ayudar a devolver al club al lugar que merece y se volvió a enfundar el brazalete de capitán y el ‘6’ a la espalda para ser el mariscal dentro y fuera del terreno de juego y guiar al Guijuelo hacia el ascenso.
Su afición por el ciclismo, por cuidar la alimentación y por tener la cabeza bien amueblada le han valido para disputar casi 500 partidos de fútbol hasta el momento, cifra que seguirá engordando si así lo decide, porque cuerda y fútbol tiene para rato.
Hay jugadores y jugadores y luego están los que, sin importar el tiempo que pase, siguen disfrutando como el primer día y adaptándose a las necesidades del equipo en cada temporada. Todo ello sin perder la esencia que los ha llevado a hacer de su trabajo una pasión. Y créanme, eso no es nada fácil.
Conocí a Carlos Rubén en la temporada 2013-14, en la que el Guijuelo logró hacer historia tras jugar el primer play off de ascenso a Segunda de su historia; hasta hoy, han pasado 9 años y su esencia sigue siendo la misma.
No hay ningún jugador de fútbol infinito, pero sí los hay eternos; y éste es el caso de Carlos Rubén, el Ingeniero que sigue guiando el camino del Guijuelo.