Espiritualidad y Derechos Humanos frente a Ortodoxia y Dogmas

Lo que nos hace específicamente humanos, entre otras muchas cosas, es nuestra capacidad de ‘pensar” y hablar simbólicamente, haciéndonos preguntas, que no sabemos responder, sobre la vida y la muerte.

Este viernes, viernes de dolores para los creyentes, vuelvo mi pensamiento hacia aquello que podríamos tener en común creyentes, no creyente e ignorantes.

Es así como surgieron los ritos funerarios (¿Quién puede soportar la muerte de un ser querido, sin negar la muerte inicialmente, sin sufrir la pérdida innegable y sin el deseo de que siga viviendo, si fuera posible?).

Ya sabemos que posiblemente, junto con las desgracias humanas que no controlamos, esta es la causa de que hayamos inventado narraciones que nos consuelen (versión de no creyentes e ignorantes) o que Dios se nos haya revelado para salvarnos de estas angustias (versión de los creyentes).

Pero todos podemos compartir estas preocupaciones del “alma” (versión creyente) o de nuestro pensamiento (versión de no creyentes) sobre la vida y la muerte. Son los misterios indescifrables de la vida y la muerte, el universo, la bondad y la maldad humana y tantas cosas más.

Las religiones monoteístas (Judía, Cristiana y Mahometana) podrían ser consecuentes, reconociendo que si solo hay un Dios, las tres religiones tienen el mismo Dios.

Algo que le oído decir a este Papa, dispuesto, parece que él sí, a dar pasos importantes.

Las tres religiones monoteistas podrían empezar compartiendo la espiritualidad de los místicos de las tres religiones, en lugar de tirarse a la cabeza los dogmas.

Pero se han organizados en Jerarquías que han formulado dogmas (varias decenas de dogmas o verdades intocables) que les han llevado a guerras entre ellas (y también entre las discrepancias sobre lo que debe ser dogma o no, dentro de cada una de estas tres religiones). Entre los cristianos, los católicos han declarado, no hace tanto, al Papa Infalible, un dogma más, por si fueran ya pocos.

En diferentes momentos históricos, han recurrido al poder civil llevando a toda la población a estas guerras religiosas. Po desgracia, estas alianzas militares y religiosas aun no nos han abandonado (Putin y la iglesia cristiana rusa son el último ejemplo).

Cada religión tiene un libro sagrado, lleno de narraciones, historias y leyendas, que una parte de estas jerarquías interpreta al pie de la letra, mientras otra acepta cierta interpretación simbólica, aunque sin dejar de mantener los dogmas o verdades indiscutibles, tal vez porque saben que son muy discutibles, incluso para muchos creyentes.

Definir a Dios y cristalizar las religiones así, con Jerarquías y Dogmas, no solamente hace imposible el entendimiento entre las tres grandes religiones monoteistas. También les aleja del resto de la población, del resto de los mortales que podemos compartir el misterio de la vida y la muerte, una espiritualidad o pensamiento simbólico que reconoce el misterio, lo que no sabemos.

Podríamos aceptar mejor al que cree saber y al que reconoce que no sabe, sin beligerancia, sabiendo que compartimos la vida y tenemos que arbitrar las discrepancias sirviéndonos de una verdadera democracia ilustrada, no manipulada.

También podríamos compartir los ideales de la de la razón abierta y el corazón empático: libertad, igualdad y fraternidad. Gracias a quienes han tenido ideales hemos creado los derechos humanos que, aunque son frecuentemente violados, los usamos como referencia común de la humanidad.

Soñar, también es humano.