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El mundo futbolero
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LA OPINIÓN DE ROMÁN DURÁN HERNÁNDEZ

El mundo futbolero

Actualizado 31/03/2022 14:56

Cuentan que una vez hubo un espectador imparcial cuya efigie se conserva en cera en el Museo de Madame Tussauds

A mi amigo Lauren Risueño

Después del último clásico futbolero en el que el Barsa casi enterró al Real Madrid, la fecha, junto con la del 2 de Mayo de 1808, en la que los franceses nos vapulearon, han pasado a ser las fechas más importantes de la Historia de España.

La locura del fútbol lo está convirtiendo en algo incomparable, hasta el punto de que donde está Messi que se quite Cristina Pedroche, aunque sigues pensando y donde esté La Pedroche que se quite todo.

Yo tengo un amigo que distingue entre el fútbol, eso que los ingleses juegan en calzoncillos y el futbo que es una deformación grotesca de la civilización europea.

Como en la estrechez de un comentario no podemos detenernos en todo lo que el fútbol representa sociológicamente (fichajes, entrenadores, quinielas, etc.) hoy solamente nos detendremos en hacer un bosquejo de su historia.

El primer precedente del balón fue la manzana del Paraíso, famosa por aquella jugada que hoy, Jorge Valdano, premio Nobel de palabrería, relataría así:

La serpiente en la posición teórica de la conjunción del Tigris y el Eufrates, y perpendicular a la rama derecha del árbol de la ciencia del bien y del mal, recibe la manzana, dribla a un león y lanza un chupinazo fortísimo, chupinazo que bate a Adán que no pudo evitarlo, tapado como estaba, aunque sólo fuera con una hojita. Luego Adán y Eva eran expulsados del Paraíso, como si fueran Sergio Ramos.

En las épocas históricas se observa que los primeros habitantes sentían cierta inclinación a propinar puntapiés a las cosas redondas, lo que motivaba que los propietarios de las cosas redondas, no pudieran sentarse, por lo que entonces no se conocía la vida sedentaria.

Los franceses por su parte, aseguran que el fútbol lo inventaron ellos, ya que no se trataba más que de una desviación del ‘soule’ que se practicó en el Norte de Francia; mientras que los italianos afirman que el fútbol es un derivado del ‘calcio’ como los fosfatos, un juego florentino (antecesor de Florentino Pérez) que estuvo muy en boga en el Renacimiento, hasta el punto de que hay quien supone que los ‘Triunfos’ de Petrarca eran una especie de ‘Goleada’ pero en fino.

El fútbol, ha ido evolucionando. Al principio podría decirse que los equipos los formaban un portero y diez delanteros, porque a excepción del guardameta, todos iban a meter gol para presumir con las chicas (entonces los millones no contaban). Luego fue evolucionando y el viejo apotema de que ‘la mejor defensa es un buen ataque’ fue sustituido por el de ‘la mejor defensa es una buena defensa para que pueda haber una buena defensa’. Se inventó el cerrojo y el delantero centro ya no salía a meter goles sino a marcar al delantero centro contrario.

En el fútbol lo más importante es el público que se divide en dos categorías: a) los que nunca han leído el reglamento y b) los que no saben leer.

Al público futbolero lo que más le gusta son dos cosas: a) chillar (que ya está bien aguantar toda la semana las broncas del jefe de la oficina y a la marimandona de su mujer), y b) que gane su equipo, ya que eso de saber perder es muy bonito, pero en el fondo es una bobada. Por eso cuando un defensa propio (un suponer Ramos) da una soberana paliza al delantero contrario dentro del área, y encima se ríe, el público dice que eso es un juego viril, que el fútbol no es para señoritingas y que lo bueno es lo ‘racial’. En cambio, si el defensa rival da un empujoncito a nuestro delantero, a veinte metros del área, hay que pitar penalty, ya que lo que hay que sancionar es la intención. Cuentan que una vez hubo un espectador imparcial cuya efigie se conserva en cera en el Museo de Madame Tussauds.

El público futbolero es aristócrata, casi todos marqueses, o sea, aficionados a leer el Marca, ese periódico que sólo habla de fútbol y los otros periódicos, que además de un montón de páginas de fútbol, dedican un rinconcito para informarnos del cupón, no les interesa.

De todo lo que el Marca publica, lo más interesante son las entrevistas con los entrenadores, como muestra esta que hemos elegido al azar: Hemos llegado al Hotel que alberga la expedición del equipo X. Su preparador, al vernos, oculta rápidamente los papelotes en los que sin duda, por ecuaciones de segundo grado, estudiaba la táctica para el partido inmediato.

Astutamente, a bocajarro, le preguntamos:

-¿Cómo ve el encuentro de mañana? ‘Míster’

-Muy difícil majo. El equipo local es mejor que el nuestro, que es un modesto; pero en fútbol nunca se sabe. Somos once contra once, de modo que mañana a las siete ya le diré el resultado.

Hábilmente apretamos el cerco:

-Si tuviera que rellenar una quiniela, ¿qué pondría en el casillero de mañana?

El astuto preparador nos sorprende con una respuesta audaz:

-Para mí, el partido de mañana es un partido de 1-X-2.

Ponemos carita de conejo para preguntar:

-¿Habrá táctica defensiva?

El preparador sonríe malévolamente, he aquí su diplomática respuesta:

-Precauciones, sólo precauciones. Pero eso sí, si se nos presenta la ocasión, a lo mejor vamos y contraatacamos basándonos en la velocidad de Felipe.

-¿No le da vergüenza que su equipo vaya el último?

-No, majo, porque nos han perseguido las lesiones. Sin lesiones, con un poco de suerte y si los demás hubieran sido peores, y además tontos, ya hubiéramos visto.

-¿Se salvará del descenso?

-La esperanza es lo último que se pierde. Mientras hay vida hay esperanza. Quién bien vive, bien bebe.

Para concluir, preguntamos al ‘Míster’ la alineación de su equipo en el día de mañana.

-Jugarán once, nos suelta en un derroche de ingenio.

Nos despedimos del preparador, que vuelve a sus papelotes, entre los que no olvida el crucigrama. Antes de arrancar el autobús, le oímos preguntar al masajista: “Oye, Lucas, a ver si sabes tú esto, ¿Político y militar español que en 1875 inició un pronunciamiento que llevó al trono a Alfonso XIII?... Con el autobús ya en marcha, oímos a Lucas gritar enloquecido... Pelé... Pelé...

(Nota: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).

Román Durán Hernández