Este año no hubo bocadillos de tortilla, pero en su lugar fueron novedad los de lomo
Ciudad Rodrigo vivió a la hora de comer del viernes una de sus citas solidarias más emblemáticas: la Operación Bocata de la Delegación Diocesana de Manos Unidas, que recuperaba su formato presencial en la Plazuela del Buen Alcalde después de que la pandemia impidiese llevarlo a cabo en 2020 (la Operación se suspendió coincidiendo con los días en los que estalló la pandemia) y 2021 (hubo una versión ‘a domicilio’, acercándose bocadillos a aquellos que lo solicitaron).
Con una buena meteorología (aunque hubo nubes en el cielo en algún momento, hizo una temperatura muy agradable), la Operación Bocata volvió en su regreso al formato clásico por sus fueros habituales, repartiéndose alrededor de 1.000 bocadillos (la cifra fue algo superior en la última cita normal en 2019, pero este año ya se sabía que algunas personas mayores no se iban a acercar por miedo, además de que en la actualidad hay un número importante de personas contagiadas en la ciudad).
Ese millar de bocadillos fueron preparados a lo largo de la mañana del viernes en las dependencias de la antigua guardería Mi Otra Casa por integrantes de la Delegación de Manos Unidas y colaboradores ocasionales, a partir de todas las donaciones que habían recibido. Como ya se sabía, este año no hubo bocadillos de tortilla (se ha evitado para que hubiera menos personas tocando la comida, en este caso en los domicilios donde se cocinan), pero en su lugar se contó con bocadillos de lomo.
Junto a ellos, se contó con los bocadillos habituales de chorizo, salchichón (este año hubo bastantes de este embutido, ya que les habían donado bastante), queso, mortadela o sardinas. Hay que recordar que la Operación Bocata ha contado con bocadillos de carne, pese a ser un Viernes de Cuaresma, gracias a una dispensa especial del Obispo José Luis Retana, quién ha permitido saltarse este precepto a todos los que participasen en la cita.
Como ‘contraprestación’, José Luis Retana ha pedido a todos aquellos que coman carne este Viernes que, “en función de sus posibilidades”, ofrezcan “alguna acción al Señor que les ayude a mantener vivo el sentido penitencial de este viernes de Cuaresma”, como “mirar menos el móvil, llamar a algún enfermo o hacer un acto solidario”. Precisamente, el Obispo fue uno de las primeras personas en acercarse en busca de su bocadillo en el tramo final de la mañana del Viernes.
Salvo por el paso de unos cuantos deportivos de alta gama por la vecina calle Julián Sánchez (que llamaron mucho la atención a los primeros congregados en la Plazuela), el tramo inicial de la Operación fue bastante tranquilo, aumentando notablemente el ambiente en la Plazuela una vez llegó la hora de la salida de los escolares de colegios y centros de secundaria. En el caso de los primeros, acudieron principalmente acompañados de sus familiares, mientras que respecto a los segundos, se acercaron en grupos de amigos.
La mayoría de esos escolares habían comprado por anticipado sus tickets en los últimos días en sus propios centros educativos, con lo que tuvieron asegurado su bocadillo. Aquellos que no tenían ticket (que este año costaban 4€) tuvieron que esperar a que pasasen aquellos que si los tenían para ver si sobraban bocadillos y poder comprarlos. Todos los bocadillos se repartieron junto a una botella de agua de medio litro.
Hay que recordar que todo lo recaudado con esta Operación Bocata, que forma parte de la Campaña contra el Hambre 2022 de Manos Unidas, irá a parar al proyecto con el que está colaborando este año la entidad: un programa de prevención de la violencia contra niños y adolescentes en cinco barrios de Tetuán (Marruecos), a través de la Asociación Almal. El proyecto, de 12 meses de duración, beneficiará a unas 220 personas (niños de 8 a 12 años, adolescentes de 13 a 17 años, y sus progenitores).