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Cinco toros y ningún buey alcanzan la Plaza Mayor en un complicado encierro a caballo
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CIUDAD RODRIGO | DOMINGO DE CARNAVAL

Cinco toros y ningún buey alcanzan la Plaza Mayor en un complicado encierro a caballo

Actualizado 27/02/2022 14:06
David Rodriguez

El encierro, que dejó un herido por asta de toro, se pudo seguir en directo en una espectacular retransmisión

Ciudad Rodrigo vivió en la mañana del Domingo de Carnaval su evento taurino más esperado, el encierro a caballo, que una vez más volvió a congregar a miles y miles de personas por todos los puntos del recorrido, incluido por supuesto el tramo de campo, ya que por segunda edición consecutiva se permitía que hubiese público a partir de la Ermita del Alto de Valhondo, estando considerado una vez más el tramo inicial, desde el Centro Ecuestre Casasola, como ‘zona de expansión’, y por ende prohibido a espectadores y corredores.

Sin embargo, este año, de forma totalmente novedosa, se pudo seguir lo que ocurría en ese tramo de expansión gracias a la espectacular retransmisión en directo llevada a cabo por Ciudad Rodrigo Al Día y Replay Audiovisual (con cámaras desde un caballo, drones, etc.), que se pudo seguir a través de nuestra página web, en YouTube, y también en una pantalla situada en lo alto de la Puerta del Conde.

Como lo definió al final de la mañana el presidente de la Comisión encargada de organizar el Carnaval, Ramón Sastre, el encierro a caballo de este año fue un poco “el mundo al revés”, ya que si habitualmente son los novillos-toros, en esta ocasión de la ganadería zamorana de Toros de Villalpando, los que dan bastantes problemas a los caballistas (dirigidos una edición más por Juan Luis Perita, del Centro Casasola), en esta ocasión los ‘guerreros’ fueron los cabestros, que se mostraron muy rebeldes desde prácticamente la salida.

La mañana del Domingo amaneció nublada en Ciudad Rodrigo, pero se despejó justamente a la hora del encierro, en el cual los cabestros se escaparon bastante pronto (todavía en la zona de expansión), obligando a los caballistas a un esfuerzo extra para intentar reconducirles, pero fue prácticamente en vano, de tal modo que apenas dos cabestros llegaron a coger la Calleja de Valhondo para desembocar en la Puentecilla y enfilar la Avenida Conde de Foxá.

El primer cabestro iba junto a tres toros dentro del primer grupo que hizo ese trayecto, envuelto en una maraña de caballistas, de la cual se acabaron por ‘librar’ los astados, de tal modo que el cabestro no llegó a subir (acabó por ser encerrado en los toriles situados al final de la Avenida Conde de Foxá), y varios de los toros estuvieron durante largos minutos en solitario por el trayecto (por ejemplo en el Paseo de las Madroñeras hubo dos juntos durante bastante tiempo).

Tras ese primer grupo, marchó un segundo con varios caballistas y un toro negro en solitario, y posteriormente, varios caballistas más guiando a un toro jabonero y otro cabestro, que tampoco llegó a alcanzar la Plaza Mayor, acabando por ser encerrado en los toriles de Conde de Foxá (el segundo de ellos subió y bajó en un par de ocasiones un buen tramo de Conde de Foxá antes de ser metido en toriles). En el momento de pasar ese toro y ese cabestro, el propio Juan Luis Perita indicó que se cerrase la puerta de acceso a la Puentecilla, ya que no iba a bajar ningún astado más por la Calleja de Valhondo.

En la zona de la Ermita (en la cual por cierto los caballistas tuvieron la ‘ayuda’ de un perro para intentar conducir a los astados), varios de los toros protagonizaron momentos de peligro, arrancándose contra el mallazo, teniendo que bajarse del mismo los espectadores allí reunidos. Esa zona de la Ermita quedó inédita para el sexto toro del encierro, que acabó por ser guardado en los corrales de Juan Luis Perita, para posteriormente ser llevado a la Plaza Mayor e intervenir en la capea y el desencierro de la tarde dominical. Asimismo, también estaba previsto llevar a los cabestros que fuesen necesarios.

Este encierro a caballo dejó un herido por asta de toro, un hombre de 68 años de edad de iniciales J.A.M., natural de Castellón y residente en Galapagar (Madrid), que presentaba una cornada en la cara externa de la pierna izquierda de unos 10 centímetros de longitud, que afectaba a los músculos tibiales anteriores, teniendo asimismo una fractura del peroné izquierdo en la unión del tercio medio con el tercio distal. El hombre fue intervenido en el quirófano de la Plaza Mayor, tras lo cual fue enviado con pronóstico grave al Hospital Clínico de Salamanca. Asimismo, durante la mañana al menos un caballo recibió una cornada.