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LA OPINIÓN DE ALFREDO DE MIGUEL

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Actualizado 23/02/2022 15:45
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Hay que pensar cambiar de actitud y llevar al Parlamento en particular y a la vida en general el criterio, la sensatez y la cordura

Me decía mi cardiólogo, hombre al que aprecio y valoro como persona y magnifico profesional, hace algún tiempo, que conocía personalmente a la vicepresidenta del PP en época de Rajoy, Dolores de Cospedal, a la que denominaba como mujer muy inteligente, muy bien preparada y capaz de mover el partido con total éxito.

Cuando el fatuo de Rajoy y ella dejaron la dirección del partido, yo me quedé un tanto sorprendido al ver como con su apoyo accedía a la presidencia del mismo el actual presidente Pablo Casado dando de lado a otra mujer al parecer mucho más inteligente y preparada como Soraya Sáenz de Santamaría ex-vicepresidenta del Gobierno aunque no sea santo de mi devoción.

Casado dejaba ver de lejos que era una persona de escasa preparación y cultura y sin más experiencia que haber echado los dientes en las juventudes del PP de donde venía trepando para poder llegar adonde había llegado.

Un hombre con una visión de futuro muy corta y con un ansia de llegar a ser una figura relevante como presidente del gobierno algo que en la vida pudo imaginar y que satisfaría plenamente su complejo de inferioridad empujado por su enorme vanidad y soberbia y por un partido con una parte de su masa social acostumbrada a ocultar sus problemas en lugar de actualizarse y depurar a todos aquellos que consideran la corrupción como su complemento de vida válido, causando un desprestigio tanto al partido como a sus componentes honrados que sin duda también los tiene.

Era evidente que tendría muchas dificultades para poder organizar un programa de trabajo suficientemente coherente y sólido que le llevara al altar deseado y mover un partido político donde una gran parte de sus miembros, tenían el ojo puesto en la política únicamente como medio para conseguir un nivel de vida al que no habrían llegado nunca metidos en la vida profesional común al margen del Estado y tener así mismo acceso a manipular presupuestos de dinero público donde las irregularidades en ese manipuleo aun siendo descubiertas, eran ocultadas y disimuladas como si nada hubiera pasado hasta que alguien con un mínimo de conciencia y decencia, lo ponía al descubierto en algún medio informativo fuera del partido apareciendo la corrupción de una manera desmesurada. En esa corrupción tienen su parcelita de responsabilidad tanto el Sr. Aznar como el Sr. Rajoy, la Sra. Aguirre y demás danzantes de sus alrededores que cuando menos, han sido consentidores.

Qué pasó, pues que el camino trazado carecía de la más mínima base intelectual y política por lo cual se optó por la forma más burda y grosera de caminar por él. Se optó por tratar de desmontar al gobierno utilizando cualquier subterfugio como era, la falsedad, la protesta, la desacreditación, apoyándose en el insulto, el bulo y la mentira. Según sus peroratas, nadie que no fueran ellos hacían nada bien ni que mereciera la pena, por encima de todo hay que quitarlos para ponernos nosotros y eso sin querer asumir ni limpiar el partido que tienen donde desde hace tiempo, todo o casi todo vale y los rencores se guardan hasta el final.

De repente salen a relucir las tensiones internas del partido, caso Ayuso, y entre el tira y afloja del equipo directivo denunciando públicamente y reconocido por la hermana del comisionista el ilegal cobro de comisiones y demás tiras y aflojas, alguien organiza una manifestación a la puerta de la sede partidista pidiendo dimisiones y utilizando la fórmula desarrollada por Casado, Egea, Gamarra y compañía, como el grito, el insulto, la desconsideración y los malos deseos.

Llego a este punto para poder decir que este mal ejemplo propiciado por los cabezas y ponentes del PP en el Parlamento, es muy fácil de asimilar por todos los que vamos detrás con menos responsabilidad y cuando pensemos que para que se nos escuche o haga caso, es preferible usar los malos modos a la buena educación, ocurra lo del pasado fin de semana en la calle Génova y de vergüenza escuchar a la gente en la calle vociferando como energúmenos tratando de ser siempre ellos los que tienen la razón sin más posibilidad de demostración que el insulto, el berrido y la mala educación, claro que es más que probable que esa sea la forma que han aprendido escuchando a los políticos contra los que berrean en los plenos del parlamento cuando se contesta al Gobierno o cualquiera que los contradiga en cualquier tema que se discrepe.

Hay que pensar cambiar de actitud y llevar al Parlamento en particular y a la vida en general el criterio, la sensatez y la cordura y cualquier actitud que nos haga la vida más fácil.

La política es un modo organizativo de la vida humana, creada por los humanos y que mejora o degenera en función de cómo lo haga la raza humana. En este momento, parece que estamos en horas bajas. Espero que dure poco.

Alfredo de Miguel