Resaca

En los días que corren, tenemos la lógica tendencia a hablar y comentar los importantes acontecimientos que ocurren en torno a Ucrania, y al papel que parecen estar jugando Rusia y los Estados Unidos en esta amenazante situación.

Pero este tema es bastante desconocido y, en consecuencia, es bien difícil emitir algún juicio sensato. Dejémoslo para los expertos.

En cambio, tenemos bastante más cercano y con relativa facilidad de comentar el acontecimiento de las elecciones a la Asamblea autonómica de Castilla y León, que acaban de celebrarse el pasado día 13 de febrero.

El presidente de la Autonomía, ahora en funciones, Alfonso Fernández Mañueco, que estaba gobernando con normalidad con el concurso del grupo Ciudadanos, con el pretexto de que había amenaza de una posible moción de censura, con participación del Psoe y del mismo Ciudadanos, convocó elecciones autonómicas para el 13 de febrero.

Contaba con la posibilidad de recibir un mayor apoyo de los castellanos y leoneses para su partido, el Partido Popular, con el fin de gobernar en solitario o con el apoyo de algún pequeño grupo que no le creara problemas.

Pero hete aquí que apareció por medio con gran fuerza y un notable número de procuradores el partido Vox, que ha complicado gravemente el panorama político de nuestra tierra. Y de rebote también el del resto de España.

Estamos prácticamente en una situación de resaca. La resaca, aunque no sea grave en si, produce una sensación de enorme incomodidad. Tiene lugar cuando se ha ingerido notable cantidad de comida o de alcohol, y se manifiesta en dolor de vientre o en dolor de cabeza, o en las dos cosas a la vez. Y la resaca exige, primero, tener conciencia de qué es lo que ha producido la situación irregular, para poder ponerle el remedio pertinente.

La resaca aquí procedía del hecho de haber esperado un triunfo suficiente en las elecciones para poder gobernar sin necesidad de apoyos externos de otros partidos. El hecho de superar al partido contrincante, el Psoe, ofrecía una buena sensación.

Pero, aunque el Psoe perdía siete escaños (28) y el PP ganaba dos (31), nos encontramos con la sorpresa de que el PP podría gobernar, quizá en solitario, pero desde luego con toda seguridad con el apoyo de Vox, que obtuvo 13 escaños, y sumarían entre los dos 44 escaños, superando ampliamente la mayoría de 41 escaños.

Pero aliándose con Vox, que ha mostrado ya sus máximas exigencias de participar en el gobierno y de amenazar la derogación de leyes de trascendencia aprobadas recientemente, el PP aumentaría gravemente su indigestión, por la lucha que ha tenido siempre con vox, y porque este partido amenaza con seguir creciendo, quizá situándose cerca, o incluso superando a los dos partidos mayoritarios, PP y Psoe.

Como remedio a la difícil e intrincada situación, el presidente de PP, Alfonso Fernández Mañueco, ha ofrecido dialogar con todos los partidos que han participado y obtenido escaños en la contienda. En ese difícil diálogo, sólo se podría obtener el resultado de gobernar en solitario contando con la abstención del Psoe. O con la abstención de Vox, que ya ha señalado su intención irrenunciable de formar parte del nuevo gobierno. Y el Psoe estaría dispuesto a hablar de abstención si, no sólo no hubiera alianza con Vox, sino que se renunciara a los apoyos que vox está dando ya en otras comunidades autonómicas, lo cual es difícilmente asumible por el PP.

Y ahí tenemos esa durísima resaca que es bien difícil de superar. Y más todavía contando con la crisis que atraviesan los partidos en el nivel general de toda España, y en las relaciones internas de dichos partidos, y de la irregular situación en la que se apoya el gobierno del país. Un buen ayuno y una buena cura de nuestros males, sobre todo mediante el diálogo, el respeto y el empeño común ante las necesidades y retos que nos aguardan es lo que necesitamos. Salud.