Votaciones

La proximidad de las elecciones de Castilla y León nos da pie para una reflexión que nunca viene mal hacer, y menos en la situación de convivencia o falta de convivencia en la que nos encontramos.

Las comunidades de todo tipo -desde las más pequeñas como las comunidades de vecinos, por no decir la comunidad familiar, hasta las comunidades más amplias, como los estados o las comunidades internacionales, entre las cuales está la Unión Europea o la OTAN o la ONU- necesitan tener recursos y estrategias para definir sus objetivos comunes y, conociéndolos, tratar de ponerlos en práctica.

Por supuesto que la mejor manera de definir los objetivos comunes y empeñarse en su cumplimiento es llegar a un consenso, a ser posible unánime.

Pero la forma de definir esos consensos, o al menos llegar al acuerdo de las mayorías, generalmente se logra mediante los votos de las personas o de las instituciones.

En nuestro mundo de hoy, lo más normal es llegar a una multitud de grupos o de partidos derivada de objetivos diferentes y de votaciones diversas. Además, las conclusiones son fruto muchas veces de buscar objetivos diversos y de procurarse mejores resultados económicos o de poder.

El tema de las elecciones políticas es uno de los más complicados, tanto en España como en el resto del mundo, especialmente en los países que tienen una menor tradición democrática, y que más fácilmente pueden ser manipulados por los poderosos del mundo de la economía o del mundo militar. En esa situación suelen estar los países del llamado tercer mundo, en los cuales se hacen presentes la mayor parte de nuestros misioneros.

No podemos dejar de lado el mundo de las instituciones eclesiásticas que, por tradición, suelen estar más ligadas a la necesidad de acudir a la emisión de votos por parte de los miembros de la comunidad.

Ya desde el momento de la fundación de la Iglesia se acudió al sistema de votación para decidir el candidato que había de suplir el fallo del apóstol Judas. Decidieron votar y elegir a uno de los dos que habían estado con Jesús y los demás apóstoles desde el Bautismo de Juan. Éstos eran José el Justo y Matías. La elección se inclinó por este segundo y a él le ofrecieron el puesto.

En algunas ocasiones, los obispos fueron elegidos por votación popular, aunque no ha sido lo más corriente. Pero así han sido elegidos y siguen siendo elegidos los superiores de las comunidades religiosas, tanto masculinas como femeninas.

También los papas son elegidos por el colegio de los cardenales. Y así, muchas decisiones en las parroquias y en las asociaciones religiosas son tomadas por decisión de sus miembros.

Para el uso correcto de las votaciones y las decisiones democráticas se necesita una educación por práctica de uso, aprendiendo a respetar a los que piensan o deciden tomar partido por conclusiones o por personas y partidos diferentes. Y esa educación tendría que empezar en la propia familia y seguir en las instituciones educativas y en las prácticas de los grupos civiles. Por ejemplo, en las actuaciones de las comunidades de vecinos, cosa que no es nada fácil, por supuesto, y de ello y sus dificultades tenemos bastante experiencia.

Y por lo que se refiere a las instituciones de educación, aparte de los directores o rectores de los centros educativos, es corriente la elección de los alumnos representantes de las facultades y de los diversos cursos.

Votemos todos en las ocasiones en las que tengamos oportunidad, y respetemos las decisiones que hayan sido tomadas. Las elecciones son el sistema menos malo de encontrar soluciones a la mayor parte de los problemas en cualquier tipo de comunidades, sean éstas políticas, civiles o religiosas.