Unionistas se sale del rótulo... y del guion

Nunca he paseado por Salamanca con un metro en la mano salvo cuando fui a medir, hace más de una década, la anchura de la calle Cañizal. Ya se sabe, deformación procesional. Con lo cual, daré por bueno que todos los carteles fijados a las fachadas del casco histórico de la ciudad cumplen estrictamente las normas vigentes, con sus medidas reglamentarias, salvo la de la tienda de Unionistas de Salamanca C.F. inaugurada hace algo más de tres meses en la Rúa Mayor. Al cabo de este tiempo, al parecer, un informe técnico es desfavorable a la rotulación instalada, y los responsables del patrimonio tendrán que decidir si corresponde retirar esas letras, de las más discretas del comedor de la Rúa, antiguamente calle de paseo.

Unionistas se sale del rótulo esta vez pero lleva saliéndose del guion establecido ocho años y medio. Incluso le dio por jugar con doce durante unos eternos cuarenta y cinco segundos, habrase visto lo díscolo que puede llegar a ser ese equipo de fútbol en estos tiempos en que el error humano, sea de tablilla de cambios o de botón de votos, está mucho más penado que cualquier otro desliz.

El guion estaba claro, porque siempre se encuentra un lugar para el pintoresco romanticismo cuando se trata de contar una historia más o menos humana, más o menos inocente. Si ese grupito de aficionados querían matar el rato con su “equipo de cafeterías” (sic) tampoco hacían mal a nadie, la verdad. Sin embargo, transcurrían las semanas de aquel otoño de 2013 y éramos más y más los que recalábamos en una pizzería o en una academia de idiomas para firmar y pagar como socios fundadores de aquel club “en homenaje a la Unión Deportiva Salamanca” recién desaparecida. Sucedió que las cifras se salieron del guion, pero nada hubiera ocurrido si lo hubiese respetado todo un Consejo Superior de Deportes, que bajo otra administración política, una como la actual, posiblemente habría salido al rescate, como ha pasado ahora con otra quiebra.

Ni el CSD ni luego el Tribunal Supremo se avinieron al guion redactado por los promotores de esa cosa tan curiosa que era más importante que la UDS, “el fútbol en Salamanca”. Lo pintaron con un rótulo más grande todavía que el de la Rúa, lo vendieron por las ondas a la hora de comer y lo escribieron con todas sus fuerzas e influencias, pero todavía había muchos que se salían del guion. Unionistas no ha dejado de hacerlo.

No aparecían en el libreto las asambleas de socios ni las elecciones de juntas directivas, las aprobaciones de cuentas claras, cuadradas y sin deudas, las peregrinaciones por barrios de la ciudad, por pueblos de la provincia, por comarcas de toda Castilla y León… No estaba prevista una promoción a Segunda B apenas tres años después de empezar a competir, ni un ascenso agónico más allá del último minuto, ni una solvencia tan inesperada en un club humilde en la tercera categoría del fútbol nacional, que ahora es más potente: la Primera RFEF, en la que Unionistas es el único representante salmantino. A esta nueva división se llegó en una mañana muy cofrade (de las de verdad), la del pasado Domingo de Ramos, y nuevamente el guion se ha quedado obsoleto cuando Unionistas ha saltado al campo. El trabajo serio de la directiva, el cuerpo técnico y los jugadores tiene al equipo en puestos altos de la clasificación, con una afición numerosa, respetuosa y animosa tanto en el estadio municipal Reina Sofía como en las salidas a otros campos.

El apego al terreno y a la humildad del club quedó patente en la salida de guion que tuvo más repercusión a nivel nacional, cuando se impuso la lógica interna de Unionistas y el partido de Copa del Rey ante el Real Madrid se jugó en Las Pistas del Helmántico. Aquella noche sólo se cantó un gol, el local. No pasó como cuando cientos o incluso miles de salmantinos celebraban goles contra la UDS en el Helmántico si los marcaba ese visitante o, en menor medida, algún otro. Era tan escaso el apoyo de nuestro club histórico que desapareció ese triste 18 de junio de 2013 en medio de una vergonzante frialdad, porque era otro el guion. Recibir al Real Madrid en Las Pistas, aunque otro escenario hubiera podido resultar mucho más rentable para una tesorería siempre ajustada, certificó que este proyecto de fútbol popular va muy en serio.

Por supuesto, en estos años, también ha habido directivos, empleados del club, jugadores o aficionados que se han salido del guion para mal. Y tiempos vendrán en que, aunque se sigan cuadrando las cuentas, que lo de pagar a los jugadores es innegociable (triste ejemplo cercano el del Extremadura U.D.), dejará de entrar el balón en la portería. Para no pecar de ingenuidad, admitamos que ganar y divertirse (por el juego o por el ambiente) es lo que llena los estadios, más que unos planteamientos serios y pragmáticos en los estatutos del club o un homenaje necesario y romántico a la desaparecida UDS. Cuando se pierda o juguemos mal seremos menos, pero siempre nos quedarán los otros tres argumentos: la fiesta de la grada, la seriedad en las decisiones, la pertinencia de un respeto a la historia del que siempre será nuestro equipo, ese que el pasado día 9 hubiera cumplido noventa y nueve años si Salamanca no hubiera dejado desaparecer una de sus instituciones más notables, la Unión.

En la fotografía de SalamancaRTVAlDía, tienda oficial de Unionistas en la Rúa Mayor.