¿Adónde vas, Europa?

Una de las principales obligaciones que tienen los que emiten sus juicios en los medios de comunicación, es la de ser objetivos con los asuntos que tratan. También cuando analizan algunas de las decisiones que las lumbreras de la política, adoptan precipitadamente, para salvar al mundo de sus muchos peligros.

Pero lo cierto es que el mundo es más viejo que todos nosotros y, gran parte de lo que proclamamos, ha sido expuesto en otro tiempo con idénticos resultados. No hay nada nuevo bajo el sol.

Cuando en Marzo de 2003, algunas mentes privilegiadas, decidieron emprender la guerra contra Irak, no sospechaban las consecuencias de sus actuaciones. Dirás, querido lector, que es muy fácil opinar cuando se conocen los resultados de los actos fallidos. Quizá no te falte razón pero, con estas reflexiones, solo pretendo aportar mi punto de vista para que se modifiquen las políticas que aplica Europa, respecto aquellas personas que huyen de una guerra que no han provocado.

Al retirarse en 2011 las tropas americanas de Irak, los jihadistas sunitas del Estado Islámico de Irak y el levante, conquistaron Musol y avanzaron hacia la capital. Previamente ya habían conquistado el nordeste de Siria. No voy a seguir narrando los hechos. Acnur tiene datos, suficientemente contrastados, por si alguien quiere consultarlos.

Huyendo del avispero en que se han convertido buena parte de esos territorios, llegan a Europa miles de personas que abordan las costas tratando de salvar la vida. Pero Europa dificulta esa posibilidad mientras discute, sin éxito, un acuerdo de cupos para repartir el personal, como si de animales se tratara. ¡Qué falta de solidaridad! No parece que estemos hablando de personas. Cierto que huyen en estampida, pero son personas con las mismas necesidades que nosotros. No les falta el alma, la sonrisa, ni las ganas de vivir. Tienen, como nosotros, derecho a la vida y no deben pagar tan alto precio por conservarla.

Pensando en estas cosas me hundo en la tristeza y me avergüenzo de la sociedad en que vivo. Uno quisiera ser hijo de otro tiempo, no porque hoy seamos peores que ayer, sino porque no hemos avanzado nada. A estas alturas, nuestra civilización, tendría que tener superados estos problemas. Los países desarrollados tendrían que hacer planteamientos distintos sobre los problemas de siempre. No se trata de dar asilo a todo el que llama a nuestra puerta, pero si de aplicar otras políticas que procuren una vida digna en su propio país a esas personas que hoy escapan de la guerra y la miseria.

Nuestras flamantes democracias tendrían que hacer algo más que multiplicar los recursos de los que más tienen. Es hora de poner freno a quienes conducen a la pobreza a millones de personas, esquilmando los recursos naturales y llenando de contaminación el planeta. Hasta el Papa Francisco critica tales actitudes a través de su encíclica "LAUDATO SI, sobre el cuidado de la casa común".

¿Hacia dónde camina Europa? ¿Acaso se preocupa del bienestar de sus ciudadanos? Es una gran perdida, que las decisiones políticas y la distribución de los recursos estén gestionados por las mismas manos. Tolo lo decide el poder económico.

¿En que han fallado nuestras democracias? ¿Es posible recuperarlas con nuevos planteamientos sobre economía, sociedad, trabajo y educación? La pobreza que hoy hunde en la indigencia a millones de personas es la consecuencia de sistemas políticos que no han sabido, o no han podido, gobernar el mundo. Acaso porque el mundo es ingobernable. ¿Quién lo sabe?

No es poco lo que tenemos que cambiar para librar de la penuria a tantos seres humanos. La miseria de los que nunca se sacian, es como una losa que aplasta la dignidad de millones de personas. Pues, además de los recursos, se arrogan el derecho sobre la vida de sus semejantes. ¡Cuánto queda por hacer!