Su falta de comodidad, de servicios e incluso las malas condiciones higiénicas hicieron que la clientela fuera de las clases menos pudientes, casos de arrieros, vendedores ambulantes, labriegos o estudiantes
En la Salamanca del siglo XIX las necesidades de alojamiento fueron cubiertas por paradores, fondas y casas-pensión, muchas de ellas de gran antigüedad.
Su falta de comodidad, de servicios e incluso sus malas condiciones higiénicas de estos lugares fijó su clientela en las clases menos pudientes ocupandolas arrieros, vendedores ambulantes, labriegos, estudiantes, etc.
Entre los paradores de la época, podemos destacar: El parador de la Cadena, en el Pozo Amarillo; el parador de la Basilisa en la Puerta de Zamora; el de los Caballeros, en la puerta trasera del hotel Pasaje; el parador del Manco, en la plaza del Peso; el de la Reina, en la plaza de la Reina y otros como la fonda del Comercio, en la calle del Concejo.
Los alojamientos más refinados para las clases acomodadas, sobre todo tras la llegada del ferrocarril a la ciudad, fue satisfecha por el hotel del Comercio, construido alrededor de 1877 en la plaza de los Bandos, y más tarde por el Pasaje abierto a finales de 1899.
La modernidad fue poco a poco abriéndose paso en Salamanca y desapareciendo las fondas, casas de comidas y paradores de otra época.
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