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Barruecopardo y la importancia de las pequeñas cosas
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EL ESPÍRITU DE LAS PLANTAS

Barruecopardo y la importancia de las pequeñas cosas

Actualizado 12/04/2021
Miguel Corral

Lourdes Borgas, responsable de la oficina municipal de Turismo, ha creado un bello rincón en la zona del Castillo con plantas donadas, en su mayoría, por las vecinas de la localidad

La mayoría de las noticias que pretenden difundir los ayuntamientos y otras instituciones están relacionadas con grandes obras, infraestructuras millonarias tales como polígonos industriales, polideportivos, redes de alumbrado más eficientes, etc., todas ellos necesarias y solicitadas por una sociedad en constante avance, aunque en ocasiones no se sepa muy bien hacía dónde camina.

Sin embargo, el ciudadano de a pie, especialmente el de los núcleos rurales, valora mucho más que los proyectos rimbombantes y de miles de euros, aquellas pequeñas cosas que contribuyen a su bienestar diario y, en definitiva, a su felicidad. En los pueblos se le da más importancia a esas pequeñas cosas, tan pequeñas e insignificantes para muchos que se le escapan a la mayoría, especialmente a esos que viven 'en otra dimensión', tales como tener la puerta de casa en condiciones, aceras sin arbustos y suficientemente amplias por las que caminar, calles sin baches, parques para sus hijos y jardines con flores que adornen con sus colores la zona en la que viven.

Y algo así, cosas pequeñas para unos pero importantes para otros, están sucediendo en Barruecopardo, aunque no fuera la idea inicial. Todo comenzó hace dos años cuando la responsable de la oficina de turismo municipal, Lourdes Borgas, empezó a trabajar en la recuperación de los pequeños jardines que habían embellecido las proximidades del cuartel de la Guardia Civil, en la salida de la carretera hacia Saldeana.

Este fue el germen de una labor que posteriormente trasladó a la zona del Castillo, teso desde el que se divisa todo el pueblo de Barruecopardo y que ha sido desde siempre un lugar emblemático para los vecinos de este municipio, tanto que desde hace ya algunos años fue adaptado como merendero con la colocación de mesas y asientos de piedra, y la construcción de barbacoas. Estas mejoras en el Castillo continuaban hace unos tres años con las obras para facilitar el acceso desde la parte inferior del casco urbano, una escalinata de piedra con barandillas de madera, aunque su aspecto quedaba aún demasiado gris con el descubierto de la roca en su lado norte.

Hasta que a Lourdes se le ocurrió comenzar a sembrar colores en su empinada ladera: rosas, jazmines, pensamientos, lirios, plantas aromáticas?, y otras muchas especies más viven aquí una segunda juventud, pues en su mayoría se trata de plantas que han sido donadas por los vecinos de Barruecopardo y que por distintos motivos han querido buscarle otra ubicación distinta de la que tenían.

De este modo, Lourdes ha convertido el Castillo de Barruecopardo en una casa de acogida para plantas, una idea que al teniente de alcalde, José María Hernández, le ha encantado. Además de destacar el trabajo realizado por Lourdes, no solo por su función en la oficina de turismo, el concejal quiere resaltar "esas otras muchas cosas que hace y que si no es ella no se harían, por eso en el Ayuntamiento estamos muy contentos con el trabajo que hace".

Para Lourdes, los jardines del Castillo se han convertido casi en una obsesión, pues muchos días emplea su tiempo personal para cuidar las plantas o "trasplantar por la tarde alguna que me ha dado alguna vecina". Aunque algunas han sido adquiridas por ella, "con cargo al Ayuntamiento", la mayoría le han sido entregadas por sus vecinas, por lo que le ha puesto a cada una de las plantas en su memoria el nombre de la persona que se la entregó, dirigiéndose a cada una de ellas por el nombre en cuestión. De este modo, Lourdes le concede un valor especial a cada una de las plantas, constituyendo de esta forma su propio Barruecopardo en torno a un jardín que, aunque sea una pequeña obra, su grandeza reside en su espíritu.